Rio Tinto Company Limited

La Rio Tinto Company Limited (RTC) es el nombre de una de las empresas fundadoras del conglomerado Rio Tinto Group, y que fue adjudicataria entre 1873 y 1954 de la explotación minera de los yacimientos de Riotinto, localidad y municipio de la provincia de Huelva, en la región de Andalucía (España).

Rio Tinto Company Limited

Logotipo de la compañía en Bellavista, Riotinto.
Acrónimo RTC
Tipo Sociedad anónima
Industria Minería, química
Fundación 1873
Disolución 1962
Sede central Londres
Minas de Riotinto

Fue constituida en 1873 por capitalistas británicos para hacerse cargo de la explotación de una serie de yacimientos en la cuenca minera de Riotinto-Nerva que habían adquirido al Estado español ese mismo año. Durante las siguientes décadas la extracción de minerales en la zona vivió un gran auge, desarrollándose también diversas actividades de tipo minero y metalúrgico. Bajo la explotación británica las minas de Riotinto se convirtieron «en un referente mundial».[1] La RTC fue constructora y propietaria de la línea de ferrocarril que comunicaba las minas con el puerto de Huelva, donde construyó un muelle de mineral para facilitar la descarga y transporte del material extraído vía marítima. Así mismo, la compañía tuvo una gran influencia en la comarca y la provincia que iba más allá de lo meramente económico. Las duras condiciones laborales de los mineros se tradujeron en numerosos conflictos entre estos y la dirección de la RTC.

Tras la guerra civil española el contexto político y económico se volvió mucho más adverso, lo que condicionó el futuro del negocio. En 1954 las acciones de la empresa serían vendidas a capitalistas españoles, creándose en su lugar la Compañía Española de Minas de Río Tinto. Por su parte, la RTC se fusionó en 1962 con la firma australiana Consolidated Zinc para acabar formando «Rio Tinto-Zinc Corporation», diversificando sus actividades a otras partes del globo.

Los antecedentes

Reproducción del malacate en la antigua Mina de Peña del Hierro.

La zona de la Faja pirítica ibérica ya había sido explotada desde hacía más de 3000 años, en el Calcolítico[2] y por pueblos como tartessos, fenicios o romanos,[3][4] que obtenían de ellas piritas de hierro, cobre, plata y otros metales.[5] Producto de las labores metalúrgicas, existen datos de que los romanos habrían dejado más de quince millones de toneladas de escoria en la zona de Riotinto en una etapa en la que trabajaron nuevas técnicas de extracción con hornos y nuevas herramientas en la zona —como norias o el tornillo de Arquímedes— porque al superar el nivel freático era necesario desaguar las numerosas aguas subterráneas. Siglos después, los almohades no trabajaron demasiado la extracción de minerales (caparrosa, acije y aceche) pero sí la de diferentes materiales para la creación de tintes.

Ya en 1556 las minas estuvieron a punto de ser de nuevo explotadas durante el reinado de Felipe II, que necesitaba costear las numerosas guerras del Imperio. Este intento fracasó ya que los estudios de la época consideraron inviable y cara su explotación.[6] En 1725 el sueco Liebert Wolters Vonsiohielm consiguió del Gobierno de España la explotación, en régimen de alquiler, de los yacimientos durante treinta años.[7] Durante esas tres décadas Wolters explotaría las minas junto a un sobrino y un socio español. Retornaron al Estado en 1783 siendo administradas por éste de nuevo hasta 1810 cuando fueron cerradas debido a la Guerra de Independencia. El declive en esos años es patente y entre 1815 y 1823 solo se aprovechan precariamente las aguas agrias. El fracaso en la explotación de las minas durante esas épocas se explica por la dificultad, y sobre todo el alto coste, de trasladar los minerales hasta el mar cuando aún no existía ninguna red de ferrocarriles y el traslado con animales de carga era la única opción. Será a finales del siglo XIX cuando la iniciativa privada va a desear de nuevo alquilarlas.[8]

Historia

La compra de las minas

El río Tinto, del cual compañía tomó el nombre, baja rojizo al océano coloreado por los minerales.

Pero fue en 1873[9] cuando las minas fueron compradas por un importe de 94.000.000 pesetas al gobierno de la I República Española (prácticamente salvada de la bancarrota por esta venta) por adjudicatarios ingleses que crearon un consorcio para su explotación. Si bien, cabe decir, la presencia anglosajona en la zona databa ya del siglo XVIII por empresas arrendatarias como la Robert Wolters. El despegue de la industrialización en países muy desarrollados había propiciado que diversas empresas buscaran nuevos minerales y yacimientos para su crecimiento. Asimismo, el aumento de las necesidades de empleo provocó un rápido crecimiento de la zona e incluso en Huelva capital. La razón del interés privado en estas minas es explicada por las nuevas leyes centrales de 1849 y 1859 que superaron un anterior régimen intervencionista para pasar a uno nuevo que favorecía enormemente a la iniciativa privada. Pero fueron realmente la Ley de Bases de 29 de diciembre de 1868 sobre minas y la Ley de 19 de octubre de 1869, las que favorecieron la creación de sociedades mercantiles privadas e industriales.

Así, el 14 de febrero de 1873, tras una fracasada subasta, las minas son adquiridas por compra directa por un consorcio internacional creado entre otros, por 3 poderosas familias, los Matheson, los Rothschild y la Goldschimidt, propietaria del Deutsche National Bank of Bremen[10][11] a la que además se le permitiría proyectar el futuro ferrocarril que uniría las minas con el puerto de Huelva. Este consorcio fundaría poco después la compañía con un capital de seis millones de libras inglesas. Esto explica que años después, la localidad de Riotinto se convirtiera en una pequeña colonia inglesa dependiente de la compañía.

La empresa y la explotación

El consejo de administración de la Rio Tinto Company Limited se reunió por primera vez en Londres el 31 de marzo de 1873; entre las primeras decisiones que se tomaron estuvo la construcción de una línea férrea, bajo la asesoría del ingeniero George Barclay Bruce.[12] La compañía anglosajona —que había conseguido los derechos de explotación del cobre, plata y oro de las minas— propició en un principio el resurgir de la comarca al abrir nuevas vetas de explotación y desarrollar la minería interior. Su extensa producción, que salía de España desde el muelle de la Rio Tinto en la ría de Huelva, hizo de la empresa una de las mayores de toda Europa y —según palabras del empresario e historiador de las minas David Avery— convirtió a Riotinto (en 1884) «en el mayor centro minero del mundo».[13] Pese a todo, cabe decir, que los primeros años fueron difíciles y los accionistas tuvieron que hacer grandes inversiones y aguantar las fuertes críticas por la inicial falta de dividendos.[14]

En sus años de esplendor, Riotinto se convirtió en una pequeña colonia inglesa gracias a la mina, en una «Gibraltar sui generis»,[15] como la denomina el escritor y poeta de la localidad Juan Cobos Wilkins. A escasos metros de las excavaciones, se construyó el lujoso y exclusivo barrio de Bella Vista para el personal inglés y al que se accedía tras franquear incluso una garita con guardias; un barrio de estilo victoriano que estaba dotado de pistas de tenis, cementerio propio, un Club Social, un monumento homenaje a los directivos fallecidos en la Gran Guerra e incluso una iglesia presbiteriana. Mientras, la localidad española original, la iglesia o la Plaza de la Constitución donde años antes se había producido la matanza del «Año de los tiros», fue enterrada bajo la escoria procedente de las excavaciones.

Muelle-embarcadero del ferrocarril de las Minas de Riotinto, en La Ilustración Española y Americana, grabado de Rico, 1876.

Huelva capital también se desarrolló enormemente bajo el influjo inglés. Los numerosos talleres e instalaciones edificados por la RTC que daban trabajo a más de setecientos obreros, como la estación de ferrocarril, cambiaron la fisonomía de la ciudad y contrastaban con el auge de una nueva burguesía tanto de españoles como de extranjeros que se encontraban vinculados a la empresa. El poder de la empresa llegó a ser tal en la ciudad que las edificaciones civiles dependían de los intereses de la empresa. Prueba de ello son el barrio barrio Reina Victoria como ciudad jardín que acogía a parte de sus empleados, la construcción de la Casa Colón de Huelva, que terminó convirtiéndose en sede para oficinas, el desaparecido Hospital Inglés o el gigantesco muelle-embarcadero de mineral de la Rio Tinto Company Ltd.

En los primeros años se acometió la construcción del ferrocarril para poder dar una salida barata y rápida al mineral. Para 1875 ya se disponía de una línea férrea que unía la misma mina con la salida más cercana al mar: el puerto de Huelva. Por lo tanto, la mayor parte de la riqueza obtenida de las entrañas de la tierra (se estima, por ejemplo, que la mitad de la pirita mundial) partía rápidamente, a través del Atlántico, hasta Inglaterra dejando una comarca en aparente progreso pero en realidad deprimida por una industrialización feroz. Pese a todo los beneficios de la empresa en la provincia fueron innegables. Con una plantilla de 17 000 trabajadores de Huelva, Sevilla, Galicia o el Algarve y el Bajo Alentejo portugués solamente en empleo directo, obtiene en poco más de ochenta años más de 54 millones de libras de beneficio. El impacto paisajístico de la mina se hará notable y prueba de ello serán las tres inmensas explotaciones a cielo abierto que se abren hacia el interior de la tierra. Filón Sur en 1874, Filón Norte en 1892 y sobre todo Corta Atalaya, en 1907, entonces la más grande de todo el continente europeo, serán prueba de ello.

A comienzos del siglo XX la Rio Tinto Company Limited disfrutaba ya de una posición financiera consolidada, por lo que empezaría a hacer inversiones en sectores estratégicos. En 1905 fundó una filial, la Sociedad Española de Productos Químicos de Huelva, encargada de la elaboración de abonos artificiales y superfosfatos.[16][17] Esta empresa tenía su sede social en Madrid y contaba con una planta de producción en la capital onubense. Hacia 1907 la RTC firmó un acuerdo energético con la poderosa Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) por el cual esta última suministraría unas 19.000 toneladas de carbón con carácter anual, contando para ello con la red ferroviaria de la compañía MZA.[18] Varios años después, en 1917, la SMMP y la RTC participaron junto a otros actores en la fundación de la Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas,[18] empresa a la cual la Rio Tinto Company suministró importantes cantidades de cobre para su posterior tratamiento metalúrgico. A todo esto se sumaba el acuerdo que la RTC había suscrito en 1911 con la británica Tharsis Sulphur and Copper Company Limited mediante el cual ambas empresas se repartían clientes.[19][20]

Para 1917 la Rio Tinto Company Limited constituía una de las primeras empresas de España por activos netos.[21] Hasta principios del siglo XX la explotación fue tremendamente rentable. Pero el nuevo siglo y sobre todo el crack del 29, la Guerra Civil Española y las Guerras Mundiales llevaron a la empresa a una nueva y difícil época por lo que tuvo que diversificarse implantándose en otros países. En este declive tiene un importante papel la caída empicada del precio de las materias primas, se produce un declive de la empresa en la zona que terminará con su venta a empresas españolas.

Cultura anglosajona

La numerosa población anglosajona asentada en la zona (trabajadores y directivos de la Rio Tinto Company en su mayoría) permitió que parte de sus tradiciones culturales, sociales y deportivas se implantaran en la cuenca minera e incluso en el resto del país.

  • Si bien los ingleses practicaban diferentes deportes, fue el foot-ball (o fútbol una vez castellanizado) el juego que más y mejor se asentó en la zona. Prueba de ello es que en Riotinto fue donde se jugó y formaron los primeros equipos de fútbol del país o la creación, en 1889, del primer club de fútbol en la capital: El Recreation Club o Real Club Recreativo de Huelva.
  • Creación en la zona de los primeros grupos de scouts en la localidad de Riotinto, de la mano de Frank Timmis (m. 1931), presidente del Consejo Local, nacional inglés y gran conocedor de la obra de Baden-Powell. En 1924 el Alto Patronato de Exploradores en Minas de Riotinto, dependiente del Departamento de Escuelas de la RTCL, dejó en manos de Timmis la organización y en poco tiempo contaron con cerca de 300 integrantes entre los alumnos de las escuelas en donde se les inculcaban los principios escultistas.[22]
  • La costumbre, en algunas familias, de tomar el británico té de las cinco.
  • Obras de carácter social para los trabajadores, como centros escolares, hospitales en Riotinto y Huelva y la creación del Huelva´s Seamen´s Institute para ayudar a los hombres del mar.

Declive y reconversión

Durante la Guerra Civil se incauta parte de la producción de piritas con destino a Italia y la Alemania nazi, además de tener que «ceder» libras a cambio de pesetas sobrevaloradas. En general, durante la Segunda Guerra Mundial la presión a la empresa, por pertenecer a los países aliados, va a ser mayor. A partir de los años 40 el Gobierno español se hace más intervencionista y comienza un hostigamiento a la empresa buscando su nacionalización. Razón de ello será que Falange Española defina a la empresa de «colonizadora porque las minas encarnaban lo peor del colonialismo porque un débil gobierno republicano enajenó por un precio irrisorio el criadero de piritas más rico del mundo»[23] y obligando a que los productos de las minas se utilizaran exclusivamente en España.

En ese contexto, en 1954 la Compañía vendió la mayoría de sus propiedades a intereses españoles, creándose en su lugar la Compañía Española de las Minas de Río Tinto.[24] Eran tiempos en los que la minería empezaba a encontrarse en franco retroceso. Aunque previamente se había diversificado ya por diversos países y regiones (como Estados Unidos, Rhodesia y Australia), es a partir de ese año cuando la Rio Tinto Company Limited abandona España y comienza una nueva andadura fuera de las minas que la vieron nacer. Aunque la Rio Tinto Company Limited abandonó las explotaciones españolas la empresa siguió existiendo pero rebautizada a partir de entonces como Rio Tinto PLC. Posteriormente se fusionó con una empresa australiana formando el Rio Tinto Group.[25]diversificando sus actividades. Siendo la compañía extractora de carbón más grande del mundo,[26] sus orígenes en las minas onubenses son mostrados en su sitio internet oficial corporativo.

Conflictos sociales y laborales

Las teleras y el año de los tiros

Cuando con más alegría y confianza se hallaban los manifestantes apiñados, en número superior a 12.000, en las estrechas calles adyacentes y plaza, mandaron retirar la caballería]del sitio que ocupaba y acto seguido una descarga cerrada, inmensa, cuyos proyectiles barrieron aquella masa humana, puso en fuga desordenada a la multitud, que dejó en el suelo muchos cadáveres y heridos y se atropelló por las calles, lanzando gritos de pavor y de violenta ira. ¿Quién dio la orden de fuego? Hasta ahora no se sabe. ¿Fue el Gobernador? ¿Fue el Jefe Militar? La soldadesca inconsciente, la máquina estúpida que obedece y mata, el soldado que dirige la boca del fusil al pueblo de donde salió y a donde volverá, gozaba con la vista de la pólvora y la sangre. Con el testimonio de centenares de personas que presenciaron el hecho, podemos afirmar que los manifestantes no profirieron ni un grito subversivo, no salió de ellos una provocación ni un acto que molestase a la tropa ni a las Autoridades.
«Los sucesos de Río Tinto». Diario la Coalición Republicana, 1888.

El 4 de febrero de 1888, poco tiempo después de la llegada del nuevo mánager general Mr William Rich, una manifestación de mineros y agricultores que protestaban por los humos de las teleras y las míseras condiciones de trabajo fue duramente reprimida por el ejército. Aunque el Gobierno central y la compañía silenciaron parte del suceso se cree que fueron más de dos centenares los muertos aquel día. Los sangrientos hechos fueron conocidos en la provincia de Huelva como «El año de los tiros».

Teleras.

Las teleras (calcinaciones al aire libre del mineral pobre del cobre impuestas en España por el Marqués de Remisa décadas atrás) eran utilizadas en la zona desde principios de siglo pero con la llegada de los ingleses su uso aumentó considerablemente por lo que se cree que eran lanzados al aire en torno a 500 toneladas anuales. El hecho tenía cierta resonancia nacional, y en la provincia la población se dividió entre «humistas» que defendían su utilización como símbolo de progreso y «antihumistas» que las criticaban por su elevadísima capacidad contaminante (de hecho, los humos procedentes de las teleras inundaban toda la comarca y en ocasiones eran visibles en la sierra de Sevilla e incluso Ayamonte y Portugal). Por lo tanto, desde 1877, se formularon las primeras quejas respecto a este asunto al Gobierno de Cánovas del Castillo. Fruto de ello fue la publicación de la Resolución 22/7/1879 que si bien imponía pequeñas indemnizaciones a los daños causados a los cultivos de la zona no planteaban problema alguno sobre la salubridad humana; es decir, en cierta medida «legalizaba» el uso de las calcinaciones pese a la existencia de varios fallecimientos de trabajadores de la zona por su causa (fallecimientos que los médicos de la Compañía «achacaban» a enfermedades congénitas de los trabajadores y no externas —falta de vida según sus propios informes— y, por supuesto, no producto de las minas).

Los ayuntamientos, por su parte, intentaron prohibir estos procedimientos. Pero el gobierno, influenciado por la Compañía y periódicos conservadores como La Provincia (que había realizado casi una cruzada a favor de la minería) derogaban sistemáticamente toda ley municipal contraria a las teleras.

Tal era el grado de descontento con la situación, que terratenientes y jornaleros, que veían como sus cultivos y medios tradicionales de vida se iban perdiendo contaminados sin remisión, se unieron a las protestas laborales y «medioambientales» de los mineros. Así, el día 31 de enero de ese 1888, una manifestación encabezada por el sindicalista cubano Maximiliano Tornet llega hasta el ayuntamiento de la localidad para entregar una serie de reivindicaciones, entre las que se exige la desaparición de las calcinaciones al aire libre. No sería hasta el 29 de diciembre de ese mismo año cuando el Gobierno decretara que este tipo de calcinación (ya prohibido en Gran Bretaña desde siete años antes) fuese reducido.

A partir del 2 de febrero se inicia una huelga en la Cuenca Minera que provoca que el Gobernador Civil acantone en Huelva a dos compañías del Regimiento del General Pavía comandadas por el teniente coronel Ulpiano Sánchez. Al día siguiente, pese a los intentos de mediación de la Guardia Civil, se producen conatos violentos, el Ayuntamiento y el gerente de la Compañía William Rich no aceptan ninguna de las condiciones y probablemente alertan a la capital para que trasladen a Riotinto a las compañías del ejército. El 4 de febrero por la mañana se produce una nueva manifestación con llegada de gentes de la cercana localidad de Nerva y zonas limítrofes e incluso una delegación sube al Ayuntamiento para exponer sus reclamaciones. La plaza de la Constitución de la localidad está llena de trabajadores, mujeres y niños y se estima que había más de doce mil personas de toda la comarca. Al salir del edificio las fuerzas de Pavía cargan durante quince minutos a tiros y bayonetas contra los manifestantes produciendo un número de víctimas mortales y de heridos no conocido oficialmente (que oscila entre 14 y 45 en la prensa y según fuese el medio conservador o liberal y que hoy se estima mucho más amplia).[27]

El destino de los cuerpos de los fallecidos sigue siendo una incógnita aunque se piensa que fueron sepultados bajo escoria en alguna mina de la comarca. La tragedia, que causó conmoción nacional e incluso internacional, puede considerarse como una de las primeras manifestaciones ecologistas. Pese a todo, las teleras no fueron prohibidas en España hasta años después, pues a pesar de que ese mismo año se promulgó un Decreto Real del ministro José Luis Albareda[28] que instaba a su desaparición, no fue hasta el año 1907 cuando desapareció ese método de calcinación, siendo sustituido por la construcción de pequeñas fundiciones.

Las huelgas de 1913 y 1920

Menos conocidas pero también prueba del sistema semi-esclavista de gestión de la empresa fueron la huelga de 1913 y, sobre todo, la huelga de 1920. Con una duración de seis meses, los trabajadores volvieron a reclamar unos derechos que poseían compañeros de otras comarcas mineras españolas. Se dio el caso que mientras duró dicha huelga, los hijos de los trabajadores tuvieron que ser acogidos por otras familias obreras de Andalucía porque ya no podían ser alimentados en su casa por la falta de sueldo y ayudas.

Presidentes de la RTC

Hugh Matheson, presidente de la RTCL entre 1873 y 1898.
  • Hugh Matheson, 1873–1898
  • John J.J. Keswick, 1898–1904
  • Charles W. Fielding, 1904–1923
  • Albert Milner, 1923–1925
  • Auckland Geddes, 1925–1947
  • Bessborough, 1947–1954

Otras empresas mineras

Otras empresas destacadas en Huelva fueron The Buitrón and Huelva Railway and Mineral Company Limited, que explotaba las minas ferrocobrizas de El Castillo de Buitrón y La Poderosa en Zalamea la Real, y de La Concepción en Almonaster la Real, además de gestionar el ferrocarril de Buitrón; The Peña Copper Mines Company Limited, enclavada en Nerva, que explotaba el criadero de Peña del Hierro; la Huelva Copper and Sulphur Mines Company Limited, que centró su actividad en Cueva de la Mora (Almonaster), aunque llegó a contar con 68 concesiones; la United Alkali Company Limited explotadora de Sotiel Coronada y Tinto-Santa Rosa, registrando más de medio centenar de concesiones. La Société française des pyrites de Huelva se dedicó a la explotación de piritas de hierro en El Cerro de Andévalo y Calañas.

De menor peso cualitativo, también existieron empresas de origen español. Cabe destacar la bilbaína Sociedad Anónima de Minas de Cala, dedicada a la explotación de piritas de cobre y hierro magnético, que era a su vez propietaria del ferrocarril que unía Cala y San Juan de Aznalfarache; la Ibarra, inicial explotadora de las minas de San Telmo; el Grupo Nerón, de origen onubense dedicado a la explotación de antimonio en El Cerro; y la Compañía de las Minas de Cabeza del Pasto y el ferrocarril del Guadiana, propiedad de la familia Sundheim, que explotaba yacimientos en Puebla de Guzmán.

Galería

Véase también

Referencias

  1. Pérez Macías y Delgado, 2007, p. 42.
  2. Pérez López, Juan Manuel. «Parque minero de Riotinto».
  3. «Minas de Riotinto, 5.000 años de minería». Grupo Mineralogista de Madrid. 1994. Consultado el 14 de diciembre de 2007.
  4. «Parque minero de Rio Tinto». 2003. Consultado el 14 de diciembre de 2007.
  5. Andalucia.com.(en inglés)
  6. El Diario Montañés
  7. Ortiz Mateo, Miguel. «La explotación de las Minas de Rio Tinto por la Real Hacienda (1783–1829)», Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero ISSN 1577-9033
  8. Flores Caballero, Manuel. Huelva y su provincia, tomo 3. Ediciones Tartessos SL (1986) ISBN 84-7663-003-4
  9. Ortiz Mateo, Miguel. La minería inglesa de Riotinto (1873-1954). En "Canteras y explotaciones".
  10. González de Molina, M. y Pareja, A. La historia de Andalucía a debate: industrialización y desindustrialización de Andalucía. Ediciones Anthropos y Diputación de Granada. ISBN 84-7658-680-49
  11. http://www.andalupedia.es/p_termino_detalle.php?id_ter=17754
  12. Pérez López, 2006b, p. 234.
  13. Avery, David. Not on Queen Victoria´s Birthday. Londres, 1974.
  14. Trenes de Huelva.
  15. Cobos Wilkins: «La Huelva británica»
  16. Pérez López, 2006a, p. 169.
  17. García Ruiz y Manera, 2006, p. 448.
  18. López-Morell, 2016.
  19. Ferrero Blanco, 2000, p. 142.
  20. Mojarro Bayo, 2010, p. 129.
  21. Carreras y Tafunell, 2005, p. 788.
  22. Excmo. Ayuntamiento de Minas de RioTinto. (ed.). «Historia de Minas de Riotinto». Consultado el 17 de febrero de 2021.
  23. Gómez Mendoza, 1994.
  24. Arenas Posadas, 2017, pp. 110-111.
  25. Rio Tinto Group. Web.
  26. «BLCP Coal-fired Power Plant — The Climate Killer». Greenpeace. Archivado desde el original el 7 de marzo de 2008. Consultado el 27 de febrero de 2008.
  27. CGT. «El año de los tiros».
  28. Ministro de la Gobernación de España. 29 de febrero de 1888.

Bibliografía

  • Arenas Posadas, Carlos (2017). «Riotinto, el declive de un mito minero (1954-2003)». Revista de Historia Industrial (Barcelona: Universidad de Barcelona) (69): 109-142. ISSN 1132-7200.
  • Carreras, Alber; Tafunell, Xavier (2005) [1989]. Estadísticas históricas de España: siglos XIX-XX I. Fundación BBVA.
  • Ferrero Blanco, María Dolores (2000). Un modelo de minería contemporánea: Huelva, del colonialismo a la mundialización. Universidad de Huelva.
  • García Ruiz, Manuel Ángel; Manera, Carles (2006). Historia empresarial de España. Un enfoque regional en profundidad. Lid Editorial Empresarial.
  • Gómez Mendoza, Antonio (1994). El «Gibraltar económico»: Franco y Riotinto, 1936-1954. Madrid: Río Tinto Minera.
  • López-Morell, Miguel A. (2016). The House of Rothschild in Spain, 1812–1941. Routledge.
  • Mojarro Bayo, Ana María (2010). La historia del puerto de Huelva (1873-1930). Servicio de publicaciones de la Universidad de Huelva/Puerto de Huelva.
  • Pérez López, Juan Manuel (2006a). «Ferrocarriles y minas: los sectores de inversión de los capitales extranjeros». En: Emilio Romero Macías (dir.). Los ferrocarriles en la provincia de Huelva: Un recorrido por el pasado (Huelva: Servicio de publicaciones de la Universidad de Huelva): 159-176.
  • Pérez López, Juan Manuel (2006b). «El ferrocarril minero de Riotinto». En: Emilio Romero Macías (dir.). Los ferrocarriles en la provincia de Huelva: Un recorrido por el pasado (Huelva: Servicio de publicaciones de la Universidad de Huelva): 229-272.
  • Pérez Macías, Juan Aurelio; Delgado, Aquilino (2007). «La metalla de Riotinto en época julio-claudia». En: Juan Aurelio Pérez Macías, Aquilino Delgado Domínguez (eds.). Las minas de Riotinto en época julio-claudia (Universidad de Huelva): 37-184.
Bibliografía adicional
  • COBOS WILKINS, Juan. La Huelva británica. Fundación José Manuel Lara. Colección Ciudades andaluzas en la historia, en Andalucía Abierta. Sevilla 2005.
  • COBOS WILKINS, Juan. El corazón de la Tierra, Random House Mondadori, S.A. (Barcelona), 2007, ISBN 978-84-8346-435-9.
  • PÉREZ LÓPEZ, Juan Manuel. Archivo histórico minero de fundación Rio Tinto. Archivo PDF descargable desde aquí.
  • MUÑOZ BORT, Domingo. «Los ingleses compraron las minas» y «La cuestión de los humos». Artículos en el coleccionable Historia del Real Club Recreativo de Huelva, del diario Huelva Información, 1983.
  • GALÁN, Lola. «Los muertos sin nombre de Riotinto». Artículo del diario EL País.
  • Rio Tinto Group. (12 de noviembre de 2007). En Wikipedia, The Free Encyclopedia. Retrieved 12:35, November 16, 2007,aquí.
  • DÍAZ ZAMORANO, Marí Asunción. Huelva. La construcción de una ciudad. EXMO. Ayuntamiento de Huelva. 1999. ISBN 84-88267-10-X

Enlaces externos

Este artículo ha sido escrito por Wikipedia. El texto está disponible bajo la licencia Creative Commons - Atribución - CompartirIgual. Pueden aplicarse cláusulas adicionales a los archivos multimedia.