Intentona monárquica en la Gran Colombia

Durante los últimos años de la Gran Colombia surgió el monarquismo como una medida desesperada de último recurso para conciliar a los pueblos del país en la figura de un rey y así evitar la Disolución de la Gran Colombia que era inminente ante los conflictos políticos en el país.

Antecedentes

Consolidada la Independencia en los países sudamericanos, el próximo paso fue decidir el sistema de gobierno que regiría a las nuevas naciones. En el caso de Colombia, la Grande, Simón Bolívar impulsó una república presidencialista, plasmada en la Constitución de 1821 (1821-1830). No obstante, con el paso del tiempo, las dudas se cernieron entre las autoridades… ¿era una república el sistema de gobierno perfecto para Colombia? ¿Por qué no intentar con la monarquía, recordando la paz que se respiraba antes de la Independencia? Había un terrible contexto político en la Gran Colombia a fines de la década. Ya se había producido el fracaso de la Convención de Ocaña, que intentó dar una nueva Constitución a la Gran Colombia para reemplazar a la Constitución de Cúcuta de 1821. La Convención de Ocaña no pudo resolver el conflicto entre el proyecto de Constitución de Bolívar, que además de ser Centralista pretendía imponer una Presidencia Vitalicia, con un Presidente de la República que duraría en su cargo hasta su muerte (y que sería el propio Bolívar) y que además elegiría a su sucesor, por una parte; y el proyecto de una Constitución Federal con un Presidente electo para períodos presidenciales limitados, respetando el principio de alternancia en el poder, que defendían los liberales opositores a Bolívar. Las fuerzas de la desunión dominaban a las de la unidad del proyecto colombiano y los partidos políticos estaban en total desacuerdo, haciendo ver que nada parecía funcionar correctamente. Ante ello la Convención se disolvió el 10 de junio de 1828, y poco después, el 27 de agosto de 1828, Bolívar promulgó un Decreto Orgánico por el que dejó sin vigencia la Constitución, disolvió el Congreso y se autoproclamó Dictador. Comenzó entonces una fuerte represión contra los partidarios del general Francisco de Paula Santander, que encabezaba la oposición liberal en el territorio de la Nueva Granada (la Colombia actual). Bolívar fue proclamado Dictador en Bogotá y aceptó el mandato para intentar salvar su obra. El 25 de septiembre de 1828, fue víctima de un atentado al cual escapó gracias a su sangre fría y a la presencia de espíritu de Manuela Saenz. Poco después, debió ponerse otra vez en campaña militar para enfrentar la invasión de los peruanos en el sur de la república, permaneciendo en Ecuador casi todo el año 1829 y resultando en un fracaso político tras los resultados militares del conflicto. Por otro lado, en Venezuela, seguía creciendo y haciéndose fuerte el movimiento de La Cosiata que pretendía separar a Venezuela de la Gran Colombia. Por todo eso la Gran Colombia parecía precipitarse inevitablemente a su desintegración y a una posible guerra civil. Basados en la opinión de Bolívar de que Colombia no tendría éxito hasta que contara con el respaldo de una potencia mundial, comenzaron a buscar la salvación en el exterior. Los partidarios más fuertes de Bolívar –su fiel ministro de Guerra, el general Urdaneta; el presidente interino, José María Castillo; el ministro de Relaciones Exteriores, Estanislao Vergara; y el ministro del interior, José Manuel Restrepo- asumieron la responsabilidad de evitar el posible caos.

En su ausencia, el Consejo de Ministros proyectó instaurar una monarquía en Colombia y se lanzaron a un frenético plan para conseguir un monarca extranjero. Sabían que tenían el tiempo en contra: cualquiera podía ver que la salud de Bolívar flaqueaba. También que él se les opondría resueltamente. Su parecer contra las coronas y los tronos era muy claro. Decidieron mantenerlo al margen del plan por el momento, aunque Bolívar logró rechazar esta idea, reiterando su antiguo consejo: "Libertador o muerto". Aún así, el más caro anhelo de Bolívar, la Constitución Vitalicia, el cual sería una respuesta al ambiente centrífugo y caótico de América, tomaría influencias de las ideas de la Monarquía y la Aristocracia, y las sintetizaría con sus propias creencias a favor de la República para crear un modelo político heterodoxo y cesarista de respuesta a la necesidad hispanoamericana.

El Proyecto Monárquico

En la primavera de 1828, en su retiro de Bucaramanga, Simón Bolívar meditó sobre su porvenir político al enfrentarse con el rechazo de la Convención de Ocaña de desvirtuar las instituciones para provecho suyo. Francia le propuso entonces instalar una monarquía constitucional en lugar de la joven república de Colombia de la que era presidente electo. En el contexto de una reflexión sobre las figuras del fracaso, la "misión Bresson" es fascinante en más de un sentido porque resultó en varios planos asombrosos, pues las partes involucradas pueden parecer de legitimidad incierta ante lo borroso de la frontera entre el fracaso y el éxito, además que el carácter confidencial de la misión perturba el análisis.[1]

El general Daniel Florencio O’Leary, en sus Memorias Sueltas, escribió sobre el proyecto de monarquía que tuvo en vilo a Colombia entre 1828 y 1829.[2]

“Al llegar a la capital me enteré de que el gobierno estaba meditando seriamente en un plan para establecer la monarquía. Algunos de los ministros me hablaron de sus proyectos. Decían que todas las personas razonables pensaban que las instituciones republicanas no eran de ninguna manera adaptables al país, que el intento de asesinar al General Bolívar había chocado a todo el mundo, y que un cambio radical era indispensable. Me dijeron que no tenían la intención de consultar al General Bolívar hasta que los asuntos estuvieran en un estado más avanzado, porque ellos temían que él desaprobaría el plan. Tenían la intención de solicitar la aprobación de los gabinetes francés y británico. Un príncipe bávaro fue considerado como el más elegible, por no estar estrechamente aliado a ninguna de las principales potestades de Europa, aunque el heredero de la Casa de Orleáns habría sido preferible en función de su riqueza. Páez había sido consultado, y aunque no se opuso abiertamente al proyecto, recomendó que a él lo dejaran de lado por el momento. Briceño y Soublette, los dos se opusieron firmemente, prediciendo que esa sería la causa de una revolución en Venezuela, donde los enemigos del General Bolívar se aprovecharían de ella como un pretexto. El General Montilla era también de la opinión de que no era el momento para ejecutar un proyecto de tal magnitud. Cierta fatalidad se cernía sobre sus confidentes. Los ministros se mantenían sordos a las reconvenciones que les hacían sus amigos, y temerariamente persistían en su empresa. Nunca se tuvo en mientes que el General Bolívar fuese coronado, pero tampoco que sus servicios fuesen recompensados relegándolo al olvido. La intención era elegirlo magistrado supremo ad vitam, con el título popular de Libertador. Después de su muerte debía sucederlo el príncipe extranjero. Constituye todavía un problema si la idea de la monarquía se originó en Bogotá o fue una importación. El General Urdaneta, quien fue el más ferviente defensor del proyecto, me aseguró que el señor Castillo fue quien primero lo propuso, ‘atemorizado’, dijo, ‘por el recuerdo del 25 de septiembre’. Por el mes de mayo (yo llegué a Bogotá el 25 de abril) hubo una reunión en casa de Castillo para tomar en consideración las medidas más adecuadas para establecer un gobierno vigoroso. Asistieron algunas de las principales personalidades de Bogotá. El señor Gerónimo Mendoza, entre otros, habló de la monarquía como el único camino de salvación. Restrepo, Ministro del Interior, era de la misma opinión. El agente francés, quien había llegado en abril, se interesó, como es natural, en la cuestión del día; pero debo decir que todas las veces que se dirigió a mí sobre el asunto, me dijo que él no pensaba que el país estuviera maduro para un cambio como el que estaban meditando; Soublette me escribió varias cartas pidiéndome que disuadiera a los miembros del gobierno. En un tiempo la idea fue abandonada a instancias de Páez. Debo agregar aquí que entre aquellos a quienes favorecía el proyecto había muchos que eran formalmente opuestos políticamente al gobierno. Los Montoyas y Arrublas, amigos decididos de Santander, tomaron parte activa en popularizar la idea. Ellos escribieron en términos cálidos sobre el asunto a sus amigos de Antioquia. Siempre pensé que ellos actuaban así para deshacerse del General Bolívar. Sin embargo, ellos siempre han sido vistos como aristócratas”.

El 16 de abril de 1829 Charles-Joseph Bresson, Conde Bresson, arriba a Bogotá con la misión de instaurar la monarquía en Colombia, la «Gran Colombia», formada por las actuales Venezuela, Colombia (entonces Nueva Granada), Ecuador y Panamá. Bresson fue enviado por Jean-Guillaume Hyde de Neuville, Barón Hyde de Neuville, el Ministro de Marina de Francia en ese entonces bajo la Restauración borbónica en el reinado del Rey Carlos X (Charles X en francés) en una Monarquía Semi-constitucional. El Ministro de Marina francés envió a su representante para proponer un proyecto para instaurar una Monarquía Constitucional en Colombia, que sería una manera de salvar la existencia y la unidad de la Gran Colombia, evitar una guerra civil y dotar al país de estabilidad política e institucional; de acuerdo al proyecto, Bolívar detentaría la Jefatura del Estado como Presidente hasta su muerte (conservando una parte del proyecto de Presidencia Vitalicia de Bolívar), y al morir, un Príncipe francés de la Casa de Orleans (una rama menor de los Borbones franceses) se convertiría en Rey de Colombia, además, le dijo a los colombianos que una vez que Bolívar fuera coronado, Francia le otorgaría un generoso préstamo de 20 millones de piastras con el fin de reconstruir el país. El propio Simón Bolívar en ese momento se encontraba ausente en la ciudad de Quito y cuando las autoridades de Bogotá en mayo le comunican a Bolívar la idea del plan para establecer una monarquía en el país, él no se negó ni expreso disgusto por la idea, pero tampoco la acepto del todo. Todos los miembros del Consejo de Ministros del gobierno de Bolívar apoyaron el plan, liderados por el Ministro del Interior, José Manuel Restrepo Vélez (uno de los hombres más importantes del gobierno de Bolívar), José María del Castillo Rada, Presidente del Consejo de Ministros, Estanislao Vergara, Ministro de Relaciones Exteriores, y por el general Rafael Urdaneta, Ministro de Guerra. Incluso Urdaneta intenta convencer a José Antonio Páez, mediante una intensa correspondencia, de sumarse y apoyar el proyecto; aunque Páez no se dejó convencer. El partido bolivariano se aferraba al proyecto como posiblemente la última esperanza para salvar la Gran Colombia. El 3 de septiembre de 1829 una Junta de Notables (formada por partidarios de Bolívar) en Bogotá oficializa su respaldo al proyecto (y produciendo un fuerte rechazo por parte de los sectores políticos que se oponían al régimen de Bolívar), y planteaban hablar con diplomáticos de Francia y Gran Bretaña para saber sí en caso de que el Congreso de Colombia decretara la Monarquía Constitucional, ello fuese bien visto por esas dos potencias; y sí cooperarían con el nuevo régimen en el caso de que otros países americanos se opusieran a la instauración de la Monarquía colombiana.

Tras fuertes desencuentros con Perú, Bolívar instó a su gabinete para buscar un monarca extranjero.[3] Bolívar no emitía opinión en público sobre el tema y guardaba silencio, pero en privado se inclinaba a respaldar el proyecto monárquico y alentaba a los miembros de su partido a continuar promoviéndolo. Bolívar escribe al Encargado de Negocios británico Patrick Campbell diciendo que no se opone del todo a la idea, pero que hay mil inconvenientes, y entre ellos cita los celos británicos porque el eventual Rey de Colombia fuera un Príncipe francés. También cita la oposición que despertaría en los otros países independientes de América, todos ellos Repúblicas excepto Brasil, a la instauración de una Monarquía en su vecino de la Gran Colombia. Especialmente cita como preocupante o dañina la eventual oposición de los Estados Unidos, y es por eso que, es en esa carta que Bolívar escribe su célebre frase de que: «… los Estados Unidos que parecen destinados a plagar la América de miserias a nombre de la libertad» pero irónicamente critica a Estados Unidos por eventualmente oponerse a la Monarquía. Al final de la carta Bolívar dice que se reserva su opinión hasta saber sí Gran Bretaña y Francia apoyan el plan.[4]

Reacción Inglesa

Lord Aberdeen, Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno británico (y futuro Primer Ministro) había comunicado que Gran Bretaña no pondría objeciones a Bolívar como Rey.

Bresson y Patricio Campbell, agentes francés y británico, fueron oficialmente notificados de los cambios proyectados en la forma de gobierno. Para abreviar, el Foreign Office (como lo anunciaba Urdaneta en una carta a Páez) ‘estaba comprometido’.

Reacción Francesa

A Bresson ya le habían hablado en mayo y el Duque de Montebello fue enviado a París (vía Londres) con comunicaciones para su gobierno.

Reacción publica en la Gran Colombia

El debate sobre el proyecto de Monarquía monopolizó la vida política de la Gran Colombia durante la mayor parte del año 1829, produciendo un fuerte rechazo por parte de los sectores políticos que se oponían al régimen de Bolívar, que reivindicaban la República frente a la Monarquía, aunque ésta fuera Constitucional, y que sobre todo rechazaban cualquier propuesta que contemplara que Bolívar se perpetuara en el poder hasta su muerte. Al saberse las intenciones de establecer una monarquía en el país se levanto una fuerte oposición antimonárquica en Bogotá, se repartieron panfletos en donde amenazaban al Francés Bresson y en Caracas, se repartieron panfletos en donde hacían un llamado al asesinato de Bolívar y de los monárquicos

En agosto y septiembre se hizo muy poca mención de la monarquía. Las elecciones habían sido favorables al gobierno en todas partes del país. La gente estaba cansada de los disturbios y deseaba establecer un gobierno capaz de impedir que se repitieran. Entre tanto, Páez había escrito que él estaba dispuesto a sostener cualquier forma de gobierno que el General Bolívar deseara –incluso la monarquía. A esto fue inducido por Peña y otros que deseaban la separación de Venezuela. Ellos sabían muy bien que la única manera de destruir la reputación del General Bolívar era haciendo que el pueblo creyera que él deseaba coronarse. La insurrección de Córdova tuvo lugar en septiembre. Las noticias llegaron a Bogotá en la noche del 25 –aniversario del intento de asesinato del General Bolívar-. Ya fuera que el recuerdo de aquel atentado hubiera hecho tan profunda impresión en la mente de la gente y ello los inducía a permanecer en sus casas, o, como creían algunos, que se había tramado una conspiración para deponer el gobierno esa noche y que las noticias habían atemorizado a los habitantes; pero yendo a las 6 y media de la tarde, sorprendió la soledad de la ciudad. A las 8 pm llegó un oficial con las noticias de lo ocurrido en Río Negro y en Medellín. Las tropas fueron puestas en estado de alerta y la más completa tranquilidad reinó en la ciudad sus servicios al gobierno. La insurrección de Córdova animó a las facciones de Venezuela. Páez dejó de ser la persona vacilante que había sido hasta entonces. Desde el momento cuando llegaron a Caracas las noticias, el 28 de octubre, los enemigos del General Bolívar rodearon a Páez, exageraron las noticias que habían llegado, y lo presionaron para que no perdiera tiempo en iniciar la revolución en Venezuela. El asunto de la monarquía fue revivido y las cartas de Urdaneta fueron exhibidas públicamente. Urdaneta, quien había sido engañado todo el tiempo por Páez, o más buen por quienes lo dirigían, continuó su correspondencia con él

Por otra parte, Sucre, un hombre que en sus principios era liberal, pero no republicano, llegó a expresarle a O'Leary algunas simpatías monárquicas:

"Dígale al Libertador que concentre todas las tropas de que pueda disponer y que no permita que nadie le imponga nada. Dígale que ahora es el momento de salvar el país y que si él piensa que la forma monárquica es la que requiere Colombia, que lo diga y que no le faltarán hombres para que lo apoyen"

Además, cuando se decidió la batalla de Tarquí a nuestro favor de la Gran Colombia, el General Sucre propuso proclamar a Juan José Flores como ‘Príncipe de Tarquí’. Él pensaba dictar un decreto a tal fin, como recompensa a los servicios de Flores de un modo análogo al título de Gran Mariscal de Ayacucho que el Perú le dio, y que sería un buen modo de sondear los sentimientos del pueblo.

Pensamientos de Bolívar al respecto

Hay varias perspectivas sobre que tan convencido estaba Bolívar de este proyecto, por ejemplo, la tesis de la doctora Arana acepta que los miembros del gabinete se basaron en una opinión de Bolívar que supusiera el respaldo de una gran potencia mundial, pero que a pesar de ello, Bolívar ignoró (según ella) todo el plan de su gabinete o que éste tuviera una mano o un dedo metido en el proyecto. También está el hecho que, en primer lugar Bolívar no estaba muy de acuerdo con instalar a un Francés de la casa Borbón en el trono ya que es la misma casa real que gobernaba España cuando ocurrieron las independencias Hispanoamericanas y en segundo lugar, a Bolívar siempre le causó intriga y desconfianza el gran interés que tenía Francia sobre la Gran Colombia.

Por su parte, Armando Barona Mesa defiende la idea de que Bolívar si buscó el proyecto monárquico

“Pero lo que deja la convicción plena de que el proyecto monárquico que iniciaría Bolívar era su propio proyecto, es esta carta al Libertador de 8 de junio de ese año 1.829 de José Manuel Restrepo quien era su secretario de Gobierno y gran amigo personal e historiador, al que hemos acudido tantas veces, y en la que da por hecho verdadero y sabido todo lo relativo a tal iniciativa, la que, además y consensualmente convenido, permanecería oculta para la opinión pública: Celebro mucho que usted esté de acuerdo en la necesidad de variar de formas constitucionales. Trabajamos activamente por todas partes, y el proyecto va ganando opinión aún entre los enemigos del gobierno. Con esto y con las buenas elecciones no dudo del triunfo en el congreso constituyente, que es quien debe pronunciar la variación de formas. El punto un poco difícil es la Casa que ha de suceder a usted en el mando, y en cuya familia ha de perpetuarse la corona por herencia. Mas tenemos tiempo de meditarlo. En la materia parece que debemos adelantar el proyecto los amigos de usted y que usted se manifieste como extraño a él, aunque sin contrariarlo. Varias veces he oído decir a usted que Colombia no tenía otro remedio que llamar a un príncipe extranjero, y que, si la nación lo llamara a usted, lo apoyaría con todo su influjo.”
Córdova, gloria y asesinato del Héroe. Tomo II

Bolívar fue más explícito con el encargado de negocios de la Gran Bretaña, señor P. Campbell, que también le había escrito sobre el proyecto, que se meditaba en Bogotá. A la mitad de septiembre recibió Campbell una carta del Libertador, de la que dio aquel una copia al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia. Hablaba en ella de las muy graves dificultades que había para organizar la república: Indicaba que acaso el único medio sería el establecimiento de una monarquía constitucional, llamando a un príncipe extranjero que fuera de religión católica.

Ante todo ello se puede concluir que Bolívar inició irónicamente la idea de la monarquía, a pesar de sus elocuentes y sensatas palabras de rechazo que dejó consignadas en tantos documentos sobre su firme republicanismo.

Bolívar mantuvo correspondencia con el ministro Británico en la Gran Colombia Patrick Campbell, en donde le pedía consejos sobre el tema. Sin embargo, la indecisión de Bolívar imposibilito la puesta en marcha de este proyecto.

Hay una carta suya desde Buijo –lugar en Ecuador en el que casi muere- dirigida al canciller Vergara y en la que Bolívar rechaza la idea de la monarquía por razones que explica, entre ellas la de que “ningún príncipe extranjero admitirá por patrimonio un principado anárquico y sin garantías.” Sin embargo, En el inicio de la misiva apunta: …” Yo he dicho hasta ahora a ustedes sí, sí a todo cuando me han propuesto sin atreverme a dar mi opinión verdadera…” Se desprende desde luego que sí conocía el tema y había dicho que sí a todo el proyecto monárquico en un ejercicio de Realpolitik.

“Es claro además que el genio de Bolívar no se detenía ante ningún problema. Su mente, para bien o para mal, se bifurca y se explaya sobre otros temas que son para él una distracción. Dice una cosa con conmovedor acento, pero piensa otra con otro acento igualmente convincente. O con el silencio. Es muy difícil, aun en las encrucijadas de la historia, ubicar con certeza qué era en su momento lo que verdaderamente estaba pensando el Libertador frente al cúmulo de problemas que lo asediaban, gran parte de los cuales salían de su propio cerebro.”

Pilar Moreno de Ángel, historiadora colombiana, comenta que “el comisionado francés –Bresson- se enteró acto seguido de que Bolívar, cuando se disponía a viajar rumbo al sur para hacerse cargo personalmente de la campaña contra los invasores peruanos, y como comentario a su ministro Castillo y Rada, cuando éste entregó la convocatoria para el próximo Congreso constituyente, que pretendía reunirse al año siguiente, el Libertador había manifestado a su ministro: ‘No pierda de vista que este país no puede ser gobernado sino por un sistema que se asemeje a aquel del cual se ha emancipado’.

Además, desde Popayán, el General Bolívar respondió protestando en duros términos contra la transacción. Mitigó sus protestas en una carta privada al General Urdaneta, alegando que estaba entonces en una atmósfera muy liberal. La protesta causó profunda sensación en Bogotá. Los Ministros presentaron sus renuncias y el Consejo respondió al General Bolívar, diciéndole que ellos actuaron de acuerdo con sus instrucciones. Parece que el General Bolívar había ordenado al Consejo solicitar la protección de algunas potencias europeas, porque él consideraba que el país no podía mantenerse como una nación sin algún apoyo. A esto era a lo que aludía el Consejo. En ello se induce que el objetivo real de Bolívar era obtener la protección más útil de las potencias a su régimen aunque debiera usar medios monárquicos para garantizarlo.

Por otro lado, en carta a Páez, Bolívar afirmó al respecto de su Constitución Vitalicia: “Los principios federales se han adaptado hasta cierto punto y los del gobierno monárquico también. Esta Constitución es un término medio entre el federalismo y la monarquía”. A Santander se dirigió en forma parecida: “Mi proyecto concilia los extremos: los federalistas encontraran allí sus deseos realizados en gran parte y los aristócratas hallarán un gobierno permanente, sólido y fuerte; los demócratas verán conservada la igualdad sobre toda cosa” ¿Cuál era la diferencia entre la monarquía que Bolívar rechazaba y la presidencia vitalicia que proponía? Una diferencia según Bolívar, esta en la designación del sucesor del presidente, de esta manera, “se evita las elecciones que producen el gran azote de las repúblicas; la anarquía que es el lujo de la tiranía y el peligro, más inmediato y más terrible de los gobiernos populares”, y pone en manos seguras la marcha del gobierno al elegir el sucesor, ya que esta designación no es por herencia natural ni por “suerte” sino por méritos y por conocimientos previos de la administración del Estado al ser parte del mismo. Se puede observar que estas ideas aparecen en un contexto de inestabilidad y situación de caos. La libertad y la seguridad civil, la propiedad y la igualdad ante la ley estaban garantizadas. Por ello Bolívar exclama: “La libertad civil es la verdadera libertad; las demás son nominales o de poca influencia con respecto a los ciudadanos”. En efecto, la presidencia de por vida era para él fuente de especial orgullo, pues la consideraba superior a la monarquía hereditaria, porque el presidente nombraba a su sucesor (el vicepresidente), quien se convertía así aparentemente en un gobernante por mérito, en vez de por derecho hereditario.[5]

Aun así, a juicio de Bolívar, tensiones irreparables (tipificaba la existencia de al menos dos partidos adversos: el de Santander y el de Páez) sacudían a Colombia, por lo cual era necesario que esta se dividiese. Según él, los acontecimientos del año 28 habían direccionado su camino hacia la renuncia. Creía también que el estado del país era caótico; además veía a la monarquía como inconveniente, pues solamente ahondaría las escisiones. De modo que la posición ambigua de Bolívar mediaba entre dos peligrosos extremos. Se trataba de balancear entre su reputación personal, que sería manchada si se ponía a la cabeza de un golpe de Estado, y la conservación de las últimas posibilidades de llevar a cabo su proyecto de Colombia, uniendo bajo su égida a sus partidarios.[6]

Resultados

El 22 de noviembre de 1829, Bolívar desaprueba finalmente en público el plan de Monarquía mediante una declaración. Como resultado sus Ministros se sienten desautorizados, y por eso el 3 de diciembre presentan su renuncia de manera colectiva todo los miembros del Consejo de Ministros; además declarando públicamente que Bolívar les había pedido buscar un Protectorado europeo para instaurar la Monarquía no solamente en la Gran Colombia sino en toda América. Aunque Bolívar rechazó sus renuncias, unos meses después, el 4 de mayo de 1830, Bolívar renunciaba al poder y Colombia, la Gran Colombia, se desintegraba en la práctica y Venezuela y Ecuador se separaban de la República. La Corona grancolombiana quedó en el olvido.

En enero, cuando se instauró el "Congreso Admirable", Bolívar indicó su renuncia definitiva a la presidencia. Sin embargo, como las deliberaciones del Congreso solo acababan de comenzar, Bolívar se vio obligado a continuar ejerciendo el cargo hasta el 4 de mayo de 1830. Bolívar, entonces, delegó el mando en Domingo Caicedo y se desplazó a la Quinta de Fucha, ubicada en los suburbios de Bogotá. Desde allí "El Libertador" insistía en su perspectiva pesimista y no dejaba su lucha por verse favorecido por la opinión pública, pues le pide a Madrid que le ayude a aclarar las acusaciones que se hacen sobre él, en las que supuestamente pretendía instaurar una monarquía. El asunto de la monarquía era, sin duda, la controversia política que más obsesiono a Bolívar y, al parecer, la que más daño le hizo a su imagen pública. Por otra parte, Cuando el general José María Obando solicita su intervención, él le replica: "he muerto políticamente para siempre". En esta expresión supuestamente se afirma la idea del retiro, no solo renunciar sino abandonar por completo la vida política, pensamiento que parece ocupar en parte las cavilaciones de Bolívar.

De manera que se tipifica entonces una posible variación en su posición política: después de estar decidido a controlar el gobierno con su autoridad, parece considerar abandonarlo. Esta variación es evidenciable tomando desde las posturas de finales de 1829, en las cuales se esperaba influir al gobierno, si no dominarlo, hasta la situación de rechazo hacia cualquier responsabilidad política, en septiembre de 1830. En torno a esta última fecha, Bolívar sigue expresando que está fuera de su voluntad ir a ocupar la máxima autoridad. Se indigna por las presiones de sus partidarios, aparentemente fastidiado de ir a ocupar un puesto que ya no quiere y que dice ya no tener las fuerzas para ocupar solo por complacerlos y sostenerlos en la cabeza de un gobierno que para él, al parecer no es claro. Según la siguiente carta parece que perdió todo su interés por el gobierno:

"Vds. instan mucho porque yo me vuelva un faccioso y me ponga a la cabeza de unos rebeldes; a lo menos este es todo el sentido de una carta muy larga del señor Aranda. He leído esta carta que ciertamente me ha llenado de disgusto, en lugar de animarme a cometer una acción criminal. No están ellos contentos todavía de haberme perdido en la opinión pública por los consejos de Ocaña y las infames actas y los proyectos de monarquía; sino que también se me quiere privar del honor personal, degradándome a la especie de los enemigos de la patria"

Por tanto, a juicio de Bolívar, han sido estas presiones las que han arruinado al país: por las presiones de sus amigos y partidarios se perdió el rumbo en Ocaña, por ellos lo ligaron para siempre a la idea de la monarquía. Eventualmente, el mundo conspiraba contra el genio de su gloria: amigos y enemigos mancillan con sus opiniones y sus proyectos su posibilidad de llegar a la gloria, de consagrarse como el Libertador y el fundador de Colombia.

Véase también

Referencias

  1. https://www.researchgate.net/publication/278381430_Bolivar_l%27homme_qui_ne_voulait_pas_etre_roi
  2. http://lahistoria200.blogspot.com/2018/10/el-proyecto-de-monarquia-en-la-gran.html
  3. https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/simon-bolivar-si-busco-la-monarquia-487112
  4. «Copia archivada». Archivado desde el original el 7 de octubre de 2021. Consultado el 7 de octubre de 2021.
  5. http://www.pacarinadelsur.com/home/utopias/897-simon-bolivar-y-la-federacion-de-los-andes-el-proyecto-politico-y-el-intento-de-construccion-de-estado-en-el-peru-1823-a-1826?
  6. https://revistas.uptc.edu.co/index.php/historia_memoria/article/view/3729/5281#:~:text=Esta%20renuncia%20se%20dio%20en,la%20cual%20hab%C3%ADa%20hecho%20suya
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