José María Benito Serra

José María Benito Serra y Juliá (Mataró, 11 de mayo de 1810 - Benicásim, 8 de septiembre de 1886) fue un misionero y prelado español, obispo coadjutor de Perth (Australia) con título de obispo de Daulia.

José María Benito Serra
Nacimiento 11 de marzo de 1811
Mataró (España)
Fallecimiento 8 de septiembre de 1886
Benicasim (España)

Ayudado por Antonia de Oviedo, antigua profesora de las hijas de la reina, en 1864 fundó en Ciempozuelos la congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.[1] Tras la revolución de 1868, destacó por su defensa de la causa carlista.

Biografía

Recibió su educación en el colegio de Padres Escolapios, y a los diecinueve años de edad marchó a Santiago de Galicia, donde profesó en la orden benedictina en el monasterio de San Martín de Compostela.[1] De allí y terminado su noviciado, pasó a estudiar Filosofía al monasterio de Irache (Navarra) y después Teología en el de San Vicente de Oviedo, siendo ordenado sacerdote en Santiago, adonde regresó una vez concluidos sus estudios el 19 de marzo de 1835.[2]

Por la persecución y exclaustraciones de que fueron objeto las órdenes monásticas aquel año, el padre Serra pasó con el padre Salvado, monje de la misma orden, a Nápoles, al monasterio benedictino de la Santísima Trinidad de Cava.[2][1] Se le dedicó por sus superiores a la enseñanza de Teología e Idiomas, y en 1845 solicitó y obtuvo ser enviado a las misiones de Australia.[2]

Junto con el padre Salvado y conducido por monseñor Brady, en 1845 Serra partió hacia la parte occidental de Australia con el fin de dedicarse a la evangelización de los nativos. Nombrado superior de un grupo de misioneros, fundó la misión y monasterio de Nueva Nursia, al norte de Perth, la cual se convertiría en una de las abadías más célebres y prósperas de la orden benedictina.[1] Fue obispo de Puerto-Victoria, y más tarde, auxiliar y administrador apostólico del de Perth con el título de obispo de Daulia.[2]

José María Benito Serra, durante su estancia como misionero en Australia

Regresó a España, y a su vuelta a Australia trajo consigo a cuarenta misioneros españoles que le ayudaron en sus labores apostólicas, estableciendo escuelas y fundaciones religiosas, iglesia catedral, un monasterio y un palacio episcopal.[2] Deteriorada su salud, en 1859 presentó al papa Pío IX su renuncia de la administración apostólica de la Diócesis de Perth. Tras serle admitida dos años después, se retiró a Madrid.[1]

En España se propuso sacar de la prostitución a las jóvenes que se dedicaban a ello y en 1864 fundó para este fin un asilo una casa alquilada en Ciempozuelos, bajo el título de Nuestra Señora del Consuelo, donde las mujeres pudieran encontrar un refugio seguro para su regeneración. Así fundó el Instituto de Oblatas del Santísimo Redentor, bajo la protección de la Inmaculada y de san Alfonso de Ligorio, que se inauguró definitivamente en 2 de febrero de 1870. Aprobado dicho Instituto por el cardenal Alameda de Brea, en 1880 contaría ya con más de sesenta hermanas y doscientas acogidas, distribuidas en ocho casas.[2]

Tras la revolución de 1868, se adhirió al carlismo, por lo que sufriría destierros, cárceles y otras vejaciones de los gobiernos del Sexenio Revolucionario.[1] En 1870 bautizó en Vevey (Suiza) al príncipe Jaime de Borbón y Borbón-Parma, hijo del pretendiente Carlos VII.[2]

Cuando en 1880 Alejandro Pidal quiso integrar a los carlistas en el régimen alfonsino mediante su proyecto de Unión Católica, al que se oponía ferozmente el diario El Siglo Futuro, el obispo de Daulia se pronunció a favor de las tesis siglofuturistas en una carta al conde de Orgaz el 29 de enero de 1881,[3] mientras buena parte del episcopado español se mostraban partidarios del proyecto pidalino. El apoyo que prestaron el obispo de Daulia y Mateos Gago a Nocedal sería determinante para que éste continuase editando su periódico, que se había propuesto cerrar.[4]

Poco después de fallecer Alfonso XII, en casa del marqués del Busto, en Madrid, el obispo de Daulia recibió la visita de unos carlistas, encargados por el general Bérriz para consultarle si sería posible y oportuno combatir con las armas a la regencia de María Cristina, ante lo cual el anciano obispo se mostró animoso y les bendijo.[5]

Se distinguió como teólogo, filósofo y apologista, publicando varias obras que fueron editadas repetidas veces. Falleció en 1888 en el Desierto de las Palmas, cerca de Benicásim, a los 75 años de edad.[1] En 1894 sus restos fueron trasladados a Ciempozuelos, a la casa madre de su congregación.

Algunos años después de su muerte, el Instituto de las Oblatas del Santísimo Redentor recibiría la aprobación oficial de la Santa Sede.[2] Por la fundación de este Instituto de religiosas, la Enciclopedia Espasa colocó a Serra «entre los varones más beneméritos de la Iglesia española».[1] En La Regenta de Clarín aparece un personaje llamado «obispo de Nauplia», inspirado en Serra.[6]

Referencias

  1. Espasa-Calpe, 1927, p. 576.
  2. Roma, 1935, p. 217.
  3. «El Obispo de Dáulia». El Siglo Futuro: 1-2. 10 de septiembre de 1886.
  4. Botella y Serra, Cristóbal (1917). Recuerdos de Nocedal. Biblioteca Integrista.
  5. «Bocetos tradicionalistas». La Bandera Regional: 2. 27 de enero de 1912.
  6. Saillard, 1992, pp. 1459-1474.

Bibliografía

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