Instinto

El instinto —del latín instinctus ‘impulso, motivación’ y este del verbo instingere, a su vez formado por el prefijo in−, ‘desde adentro, interno’ y el verbo stingere, ‘pinchar, impulsar, motivar’— es un complejo de reacciones exteriores, determinadas, hereditarias, comunes a todos los individuos de la misma especie y adaptadas a una finalidad, de la que el sujeto que obra generalmente no tiene conciencia.[1] Se define biológicamente como una pauta hereditaria de comportamiento cuyas características son las siguientes:

  • Es común en toda la especie, las excepciones y variabilidad son mínimas, explicándose por el instinto mismo.
  • Posee finalidad adaptativa.
  • Es de carácter complejo, es decir, consta de una serie de pasos para su producción: percepción de la necesidad.
Instinto de defensa de la puesta.

El instinto en los humanos

Concepciones sostenidas tanto desde la biología como desde las ciencias sociales (antropología, psicología, sociología),(cuales?) han procurado demostrar que el ser humano carece de estas pautas complejas, aunque sí trae consigo otros tipos de mecanismos más simples como el reflejo. El psiquismo humano surgiría entonces como una forma adaptativa que procura suplir las falencias biológicas incorporando un determinismo que no tiene relación directa con lo biológico, sino que es psíquico, aunque se apoya en aquel[cita requerida].

Desde esta perspectiva, la vida social está entramada con la cultura y las formas de producción y dependencia mutua, y el instinto de supervivencia es nulo dada la prematurez de la cría humana[cita requerida]. y el hecho de que no se han encontrado conductas con las características dadas más arriba. No habría tampoco un instinto de reproducción, porque el ser humano en su conducta sexual no responde a dichos caracteres: la falta de un objeto fijo y determinado y la imposibilidad de cancelación de la necesidad destierran esa posibilidad.[cita requerida].

Teorías biologicistas

Según algunas posturas biologicistas, en los humanos se distinguen dos instintos, el instinto de supervivencia y el instinto de reproducción, aunque recientemente se han encontrado indicios de que podría existir otro, el instinto religioso, asociado a una zona del cerebro que muestra intensa actividad durante los episodios de epilepsia[cita requerida], aunque dicha zona es estimulada por la meditación y conexión religiosa en cualquier persona, esta parte del cerebro es conocida como lóbulo parietal.

Psicoanálisis

Según Sigmund Freud, el ser humano carecería de instintos, y en su lugar tendría pulsiones, subdivididas en pulsión de vida y pulsión de muerte.

En el gráfico podemos ver que el líquido que se va acumulando es la energía específica de acción (EEA). La válvula serán los mecanismos desencadenates innatos (MDI), el peso de la válvula representa el estímulo llave. La salida es la pauta fija de acción.

El modelo psicohidráulico (mecanismo desencadenante innato)

Konrad Lorenz propuso un mecanismo para explicar el instinto.  En este modelo se identifican las pautas fijas de acción (comportamientos que se dan siempre con la misma estructura o muy similar). Dichas pautas responden a ciertos estímulos llamados llave. Estos van a operar sobre determinados tipos de mecanismos llamados mecanismos desencadenantes innatos (MDI), los cuales al activarse serán los responsables de disparar la actividad nerviosa que dará como resultado la pauta fija de acción.[2]

El modelo agrega un factor: “el disparo al vacío”, que ocurre cuando la pauta lleva mucho tiempo sin realizarse. Pasado un período determinado, el comportamiento será consumado ante un estímulo  de menor intensidad o la falta absoluta de este.

Lorenz, al observar estos disparos al vacío, formuló la existencia de algo que se acumulaba y llegado un punto terminaba produciendo el comportamiento por sí solo. A lo que se acumula le dio el nombre de energía específica de acción (EEA). De acción por disparar el comportamiento, específica porque esa energía que se acumula es para dicho comportamiento instintivo y no otro. El término energía lo utiliza como una analogía ya que es algo que puede acumularse y ser consumido (tiempo después se arrepentirá de haber utilizado la palabra energía).

Encontramos aquí dos factores relacionados que nos permiten identificar un instinto. La energía específica de acción, la misma una vez consumida deberá volver a acumularse para que el comportamiento sea ejecutado ante la presencia del estímulo llave o, en su ausencia, ocurrir el disparo al vacío.

En la imagen se puede observar un gráfico que representa este modelo.

Este modelo, si bien permite explicar el instinto, deja de lado los mecanismos de control superior y no sirve para explicar ciertos tipos de instintos.

Véase también

Referencias

  1. Kruse, C.; Pages, Aniceto de; Hervas, José Pérez (1932). «Gran diccionario de la lengua española (de autoridades)». Books Abroad 6 (1): 22. ISSN 0006-7431. doi:10.2307/40047428. Consultado el 20 de diciembre de 2018.
  2. Lorenz K. (1978). «Segunda parte, capitulos I y II». Fundamentos de la etología, estudios comparados de la conducta. Paidos Ibérica, S. A.

Enlaces externos

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