Hilarión Daza
Hilarión Daza Groselle (Sucre, 14 de enero de 1840 - Uyuni, 27 de febrero de 1894) fue un militar y político boliviano, décimo noveno Presidente de Bolivia desde el 4 de mayo de 1876 hasta el 17 de abril de 1879. Durante su gobierno, comenzó la Guerra del Pacífico, el cual sería un enfrentamiento bélico de Bolivia y Perú contra Chile.
Hilarión Daza | ||
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![]() 19.º Presidente de Bolivia | ||
4 de mayo de 1876-28 de diciembre de 1879 | ||
Predecesor | Tomás Frías Ametller | |
Sucesor | Narciso Campero Leyes | |
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Información personal | ||
Nombre completo | Hilarión Daza Groselle | |
Nacimiento |
14 de enero de 1840 Sucre, Bolivia | |
Fallecimiento |
27 de febrero de 1894 (54 años) Uyuni, Bolivia | |
Sepultura | Cementerio General de Sucre | |
Nacionalidad | Boliviana | |
Familia | ||
Padres |
Marcos Groselle (Italiano) Juana Daza (Boliviana) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Militar y Político | |
Tratamiento | Presidente | |
Rango militar | General | |
Firma |
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Biografía
Hilarión Daza nació en la ciudad de Sucre el 14 de enero de 1840. Fue hijo de padre italiano y madre boliviana. Su padre Marcos Grosellé, era originario de Piamonte, Italia —su apellido era Grosoli, transformado más tarde en Grosellé—, el hijo adoptó el apellido de su madre, Juana Daza.[1]
Gracias a los sacrificios del padre, Hilarión ingresó muy joven a la carrera de las armas en la década de 1860, donde realizó un notable desempeño. Dotado de excepcional fuerza de voluntad y habilidad.
Inicialmente, Hilarión Daza fue seguidor del entonces presidente Mariano Melgarejo (1864-1871). Pero en 1870 inició su carrera política sublevándose contra su protector el dictador Mariano Melgarejo, traicionándolo por 10 000 pesos. Se pronunció a favor del coronel Agustín Morales, bajo cuyo gobierno (1871-1872) asumió el mando del famoso Batallón Colorados, que en adelante sería su escolta y fuerza de apoyo para escalar el poder.
Tras el asesinato del presidente Agustín Morales en noviembre de 1872, asumió interinamente el poder, cediéndole luego al doctor Tomás Frías Ametller, por ser este el presidente del Consejo de Estado. Luego respaldó al gobierno de Adolfo Ballivián (1873-1874) y al morir este, apoyó el nuevo interinato de Frías, a quien sirvió como ministro de Guerra (1874-1876).
Una vez ascendido al grado de general de ejército, el año 1876, Hilarión Daza se sublevó contra el presidente Tomás Frías Ametller, a quien derrocó, para luego asumir dictatorialmente el poder. Fue confirmado como Presidente Provisorio, por la Asamblea Constituyente de 1878, aprobándose por ley los actos de su gobierno provisional. Con el apoyo de su Batallón Colorados impuso su autoridad, reprimiendo severamente la más leve oposición a su gobierno.
El año 1878, hubo un terremoto muy fuerte en Bolivia seguido de una grave sequía que causó una hambruna. Daza se mostró incapaz de enfrentar este problema y ese mismo año proporcionó a Chile el pretexto para que esta nación desencadenara la Guerra del Pacífico, al crear el famoso impuesto de los 10 centavos a la explotación del salitre.
Contrajo matrimonio en La Paz, el 12 de octubre de 1872 con la distinguida dama Doña Benita Gutiérrez, actuando como padrinos del enlace D. Agustín Morales, expresidente de Bolivia y D. Casimiro Corral, quien fuera Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia. De este matrimonio nació Doña Raquel Daza y Gutiérrez, casada en primeras nupcias con D. Manuel Zuazo y Calahumana y, en segundas nupcias, con D. Germán Contreras y Sotomayor, oficial del Ejército de Chile, quien también fuera diplomático y Diputado de la República de Chile. Hubo descendencia Contreras Daza en Santiago.
Guerra del Pacífico

El conflicto con Chile tuvo su génesis en la influencia chilena en el territorio del litoral boliviano, cuyo atractivo era su riqueza guanera y salitrera. Allí se instaló la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, empresa con capitales chilenos, de la que eran accionistas prominentes políticos de dicho país. Hilarión Daza, una vez en el poder, inició una política frontalmente antichilena. Los chilenos residentes en Antofagasta se quejaron de recibir maltratos de parte de las autoridades bolivianas.
En 1873, el gobierno boliviano firmó un acuerdo con el apoderado de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, acuerdo que para inicios de 1878 aún no estaba vigente, porque, de acuerdo a la constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían aprobarse por el congreso. Ello se hizo por la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición de que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado por la compañía.
Artículo Único. Se aprueba la transacción celebrada por el ejecutivo en 27 de noviembre de 1873 con el apoderado de la Compañía Anónima de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a condición de hacer efectivo, como mínimo, un impuesto de diez centavos en quintal de salitre exportado.Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. Ley de 14 de febrero de 1878.[2]
Para Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado violaba explícitamente el artículo IV del Tratado de 1874 entre Bolivia y Chile, que prohibía elevar los impuestos durante 25 años a "las personas, industrias y capitales chilenos que trabajasen entre los paralelos 23.º y 24.º" residentes en dicha zona. Bolivia contra argumentó que la compañía no era «ciudadano chileno» sino una sociedad mercantil constituida de acuerdo a las leyes de Bolivia, y sujeta, por lo tanto, al ius imperium de ésta.
Los propietarios chilenos de la empresa afectada se negaron rotundamente a pagar dicho impuesto considerado abusivo, y solicitaron ayuda al gobierno de Santiago, recibiendo de este una cerrada defensa de su causa, pese a que se trataba de una disputa entre una compañía particular y el Estado boliviano. El gobierno chileno lo consideró un caso bilateral e hizo suyo la sui generis del conflicto. Se inició así el conflicto diplomático que fue escalando en magnitud dada la falta de tacto diplomático del gobierno de Daza. En la crisis resultante participó como mediador el Perú, que decidió enviar un Embajador Especial y Plenipotenciario a Santiago para tratar de evitar una posible guerra, mediante la negociación. El tratado indicaba que las controversias que diere lugar "la inteligencia y ejecución del Tratado" debían someterse a arbitraje.
El 17 de noviembre de 1878 el gobierno de La Paz ordenó al prefecto del puerto del departamento de Cobija, Severino Zapata que hiciera efectivo el impuesto de 10 centavos establecido por la Ley de 14 de febrero de 1878 (para tratar de contrarrestar una grave crisis económica en Bolivia) originando el Casus belli. Posteriormente, el 1 de febrero de 1879, el gobierno de Hilarión Daza rescindió el contrato unilateralmente, suspendiendo los efectos de la ley de 14 de febrero de 1878 y decidió reivindicar las salitreras ocupadas por la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta y proceder a rematar los bienes de estas últimas, para cobrar los impuestos impagos desde febrero de 1878, usando sus fuerzas armadas en el proceso. El remate estaba programado para el 14 de febrero de 1879.
Daza ingenuamente no creía que los chilenos pudieran declarar guerra por este pequeño aumento de 10 centavos, pero Chile ocupó militarmente Antofagasta ese mismo 14 de febrero de 1879 frustrando el remate.
Asimismo Chile supo por diplomáticos peruanos del Tratado secreto entre Perú y Bolivia celebrado en 1873 en que Perú apoyaba militarmente a Bolivia en caso de conflicto. Chile en virtud de esto último declaró la guerra a Bolivia el 5 de marzo de 1879 y procedió a ocupar el litoral boliviano haciendo valer antiguas reivindicaciones territoriales insolutas respecto del litoral entre esos paralelos.
Todo el Litoral boliviano fue invadido por tropas chilenas y Bolivia perdió desde entonces su salida al mar. Una versión muy difundida afirma que Daza celebraba por esos días su cumpleaños en coincidencia con los carnavales, y que durante varios días ocultó a su pueblo la noticia de la ocupación chilena del litoral, para no interrumpir los festejos.[3]
Por fin, el 28 de febrero se conoció en Bolivia la noticia de la invasión chilena sobre el Litoral. Daza declaró[4] el 1 de marzo la ruptura de comunicaciones con Chile y el embargo de propiedades de ciudadanos chilenos con el uso de la fuerza; a la vez, reclamó el apoyo del Perú, en cumplimiento del Tratado de Alianza Defensiva firmado en 1873.
El gobierno peruano envió con urgencia a Santiago una misión diplomática para mediar en el conflicto chileno-boliviano, misión que estaba encabezada por el ministro José Antonio de Lavalle y que arribó a Valparaíso el 4 de marzo, pero mientras se hacían estos esfuerzos por la paz, Daza, en un evidente intento de hacer fracasar las negociaciones y obligar al Perú a poner de una vez en ejecución el Tratado Defensivo de 1873, declaró la guerra a Chile el 14 de marzo. Chile hacía lo propio.
El 23 de marzo las fuerzas bolivianas y chilenas se enfrentaron en la batalla de Calama o del Vado Topáter, con resultado adverso para las primeras. Finalmente, el 5 de abril Chile le declaró la guerra al Perú, luego de que este país se negara a mantenerse neutral en el conflicto.[5]
Se sabe de ciertas fuentes[¿cuál?] que, en plena guerra, Daza negoció secretamente con agentes confidenciales chilenos para apartar a Bolivia de la contienda y dejar al Perú solo; a cambio, su país recibiría compensaciones por la pérdida de su litoral, como la entrega de Tacna y Arica; todo lo cual, por alguna razón basada en la justicia, no se concretó.[6]
Daza se retiró de la primera jefatura del estado mediante decreto del 17 de abril de 1879, a fin de asumir personalmente el mando del ejército y salir en marcha al frente de las fuerzas de Bolivia,[7] conduciéndolas hacia Tacna, y tras el desembarco chileno en Pisagua, marchó hacia el sur para apoyar al ejército peruano acantonado en Iquique (provincia de Tarapacá). Tras una estancia en Arica, continuó su camino, pero luego de tres días de marcha, desde la quebrada de Camarones, anunció al presidente peruano Mariano Ignacio Prado que sus tropas se negaban a seguir debido a las duras condiciones del desierto, por lo que decidía retornar a Arica. «Desierto abruma, ejército se niega a pasar adelante», decía textualmente su telegrama (16 de noviembre). Esta decisión afectó significativamente la dirección de la guerra dejando a Perú prácticamente solo en el conflicto.
Mientras tanto, el ejército peruano acantonado en el puerto de Iquique, que estaba al mando del general Juan Buendía, decidió avanzar hacia el interior. Buendía confiaba en la llegada de las fuerzas de Daza para romper las líneas chilenas. Pero la noticia de la deserción de Daza causó un tremendo efecto desmoralizador en las tropas peruanas, sufriendo estas una grave derrota en San Francisco, el 19 de noviembre.
Daza regresó a Arica, donde se enteró de su destitución como Presidente de Bolivia el 28 de diciembre por un Golpe de Estado de la cúpula militar en medio de un enorme descontento de la población por la suerte de la guerra. Se trasladó entonces a Arequipa, donde esperó que se le reuniera su familia; hecho esto, partió hacia Europa. Provisto de cuantiosos recursos pecuniarios, radicó en París, Francia (y por poco tiempo también en Italia). En Bolivia, el general golpista Narciso Campero asumió el poder.

Posguerra
Tras 15 años de permanencia en Francia, en 1893 Daza solicitó permiso al presidente boliviano de entonces, Mariano Baptista, para regresar a su país a fin de defenderse de las acusaciones que sus enemigos le hacían en el Congreso Legislativo. En realidad, tras haber dilapidado su fortuna en Europa, había quedado pobre y deseaba retomar el poder en Bolivia, alentado por algunos militares.
Llegó en 1894 a Antofagasta (antiguo territorio boliviano) de donde después pasó a Uyuni para luego tomar rumbo a la ciudad de La Paz. Murió asesinado por sus custodios a su llegada a la estación de ferrocarriles de Uyuni. Como corolario a Daza jamás se le conmemoró con un monumento que lo recordara en su patria.
Llegado a Uyuni, el 27 de febrero de 1894, fue hostilizado por grupos que le calificaban de traidor, por lo que se le asignó para protegerle una escolta militar para dirigirse a un hotel, pero, en el trayecto, fue asesinado por sus propios custodios con una descarga de fusilería, por la espalda. La orden había sido dada, según los informes, por el capitán José María Mangudo y el Teniente Manuel Castillo. Nunca se pidió establecer móviles del crimen y, lamentablemente, por determinar dichas causa que, seguramente, hubieran señalado a los responsables de la pérdida de la guerra y por lo tanto del Litoral.José V. Ochoa.
Desde inicios del siglo XXI, se evidencia un movimiento reivindicatorio de Daza Groselle, buscando sustentar su asesinato con especulaciones de todo tipo sobre las revelaciones (en contra de Narciso Campero y otros) que supuestamente iba a hacer en el Congreso boliviano. Autores como José Mesa, Teresa Gisbert y Carlos Mesa Gisbert consideran que Narciso Campero no ordenó en la segunda mitad de 1879 la entrada en acción de sus fuerzas en Atacama por estar en colusión con los empresarios mineros encabezados por Aniceto Arce,[cita requerida] quienes poseían intereses comerciales en sociedad con inversores chilenos en el litoral del Pacífico, ocupado por Chile luego de las acciones militares de marzo de 1879.[n 1]
Sin embargo, en un manifiesto publicado en 1882 el General Eliodoro Camacho, presente en Junta de Guerra en Camarones, afirma que
“El General Daza es el único responsable de la retirada, por haberla ordenado contra el dictamen de varios de los jefes en la Junta de Guerra que tuvo lugar en la quebrada de Camarones".Eliodoro Camacho.
Que en la Junta se había definido que el ejército boliviano quedase en Camarones, en donde encontraron agua y víveres suficientes, mientras que con Daza al frente, en misión arriesgada, un reducido grupo se dirigiría a Pozo Almonte, en donde el boliviano tomaría el mando del ejército aliado allí presente y además dirigiría los movimientos del ejército de Camarones. Que Daza acepta la propuesta y ofrece telegrafiar en ese sentido a Prado. Luego en correspondencia con Miguel de los Santos Taborga, Camacho da más detalle:
Al día siguiente fui llamado a la oficina de telégrafos donde se hallaba el General Daza con su Secretario General. Me mostraron un telegrama recibido de Arica en el que el General Prado decía poco o más o menos: “Habiendo recibido su mensaje de ayer en el que me manifiesta la resistencia del ejército a continuar la marcha, convoqué anoche una Junta de Guerra que ha resuelto se ordene al General Buendía que ataque inmediatamente. Por consiguiente, no solo es peligrosa sino inútil la marcha personal de usted al sur”.Esto me convenció de que el General Daza no pasó a Prado la comunicación convenida, sino otra que la voz pública repetía haber sido en estos términos:
“Desierto abruma. Ejército se resiste continuar. No hay víveres”.Cuando reclamé por haberse faltado a lo convenido, se me contestó con un enredo de palabras. Cuando pedí conocer el telegrama enviado para descifrar el mal entendido en el que había caído el General Prado, el doctor Gutiérrez se buscó los bolsillos y me dijo: "He perdido el papelito”.
En la tarde del mismo día llegó de Pozo Almonte el Teniente Felipe Niño de Guzmán, con varias comunicaciones para el General Daza, en las que el general Buendía lo llamaba a ponerse a la cabeza del Ejército de Tarapacá. Los más de los jefes rogamos al General Daza proseguir la marcha. Unos pocos opinaron por la retirada. El General Daza se limitó a escucharnos. No dio ningún dictamen, ofreciendo únicamente, de un modo indeciso, decirle al General Prado que telegrafíe a Pozo Almonte para que se suspenda el ataque ordenado. A poco de retirarme del alojamiento del General Daza oí en el campamento dianas ejecutadas por las bandas de música. Cuando pregunté el motivo se me avisó que se había ordenado la contramarcha".Texto tomado del libro "Guano, Salitre y Sangre" de Roberto Querejazu Calvo.
Véase también
Notas
- Por este motivo, la división militar de Narciso Campero fue llamada la "Errante" o "Israelita", pues vagaba en el desierto de Atacama sin rumbo y sin objetivo militar preciso
Referencias
- General Hilarion Grossoli
- Demanda Marítima Boliviana (2005). «Documentos Anexos». Archivado desde el original el 29 de junio de 2007. Consultado el 2007.
- Querejazu Calvo, Roberto: Aclaraciones históricas sobre la Guerra del Pacífico.
- «Declaratoria_de_guerra_de_Bolivia_a_Chile».
- Basadre Grohmann, Jorge (2005): Historia de la República del Perú (1822-1933), Tomo 9. El Comercio S. A., Lima. ISBN 9972-205-71-1 (V.9).
- Tauro del Pino, Alberto (2001). Enciclopedia ilustrada del Perú, Tomo 6. Lima, PEISA. ISBN 9972-40-155-3
- Vicuña Mackenna, Benjamín (1880). Historia de la campaña de Tarapacá desde la ocupación de Antofagasta hasta la proclamación de la dictadura en el Perú. Antofagasta: Impr. i lit. de P. Cadot. pp. 808-09.