Cantinera
Cantinera fue el nombre que recibió aquella mujer que acompañó al Ejército de Chile en campaña durante el siglo XIX en calidad de enfermera «autorizada oficialmente por el gobierno chileno para marchar junto a un regimiento»,[1] llevando a cabo labores domésticas, humanitarias y sanitarias.[2]
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Pese a que hubo cientos de voluntarias dispuestas a ir al frente junto con sus esposos, hijos o amantes,[3] la cantinera debía ser soltera, de «moralidad reconocida»[3] y «probadas buenas costumbres».[4][5]
Etimología
El término «cantinera» proviene de la voz «cantina», que en jerga militar de la época implicaba «desde una pequeña tienda de comestibles [hasta brindar al soldado convaleciente] una alimentación especial o prestar ayuda en los más diversos problemas que el soldado enfrentaba».[5]
Antecedentes


En Chile, el origen de la cantinera se remonta a la segunda mitad de la década de 1830. En la guerra que enfrentó a Chile con la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), destacó Candelaria Pérez, quien se enroló en el Batallón Carampangue y llegó incluso a obtener el grado militar de sargento por su «espíritu y valentía»[1] en el asalto al cerro Pan de Azúcar durante la batalla de Yungay (20 de enero de 1839):
El episodio más notable de la batalla fue el asalto de una formidable posición enemiga, situada en la cumbre de un cerro que por su forma se llama Pan de Azúcar [...] En el asalto de Pan de Azúcar se distinguió entre los soldados más valientes una mujer llamada Candelaria Pérez, que hizo toda la campaña del Perú peleando atrevidamente en las batallas, soportando con alegría las privaciones i sirviendo con abnegación a los heridos i los enfermos. En recompensa de sus servicios i su valor, el Jeneral Búlnes le dio el grado de Sarjento i desde entonces fué [sic] conocida en Chile con el nombre de la Sarjento Candelaria.Valdés Vergara, Francisco (1989). Historia de Chile para la Enseñanza Primaria. 2.ª edición. Valparaíso: Imprenta del Universo (ortografía original).
Iniciada por la sargento Candelaria Pérez,[1][3][5] la institución de las cantineras continuó en la Guerra del Pacífico.[2][4]
En la Guerra del Pacífico
Fue en la Guerra del Pacífico (1879-1884) cuando se produjo el mayor número de cantineras, también llamadas «camaradas».[6]
Pese a que el gobierno chileno decretó la prohibición de que las mujeres acompañaran al ejército en campaña,[6] el 1 de agosto de 1879 el capitán Rafael Poblete aceptó admitirlas puesto que auxiliaban «como vivanderas [...], prestando al mismo tiempo sus servicios en la enfermería [, decretándose] que cada regimiento podría ser acompañado de dos cantineras».[3] Sin embargo, en la práctica, cada compañía tenía de una a cuatro mujeres que suplían lo que serían actualmente los distintos aspectos de la logística.[5]
Las cantineras oficiaban de cocinera, costurera, enfermera, fregona y lavandera de las tropas, ayudaban a los heridos y proveían de agua que llevaban en una cantina o cantimplora a los soldados durante el combate.[6] La mayoría de ellas provenía de los estratos medio-bajo y bajo de los centros urbanos, como Santiago y Valparaíso,[5] y recibían el mismo sueldo y vestían el mismo uniforme —aunque llevando faldas— que un soldado.[2]
En junio de 1881, era ya tan importante el papel que desempeñaban en la guerra que en Valparaíso apareció el periódico La Cantinera,[4] donde algunas mujeres escribieron sobre su labor en el frente:[2]
Con el alma henchida de entusiasmo vengo a luchar las luchas de la prensa. He concluido mi misión en los campos de batalla, he acompañado a los valientes rotos en sus más duras tareas. Cuando cansados y sedientos elevaban los ojos al cielo en demanda de auxilio, ahí llegaba yo con mi cantimplora repleta a apagar su sed, a enjugar el sudor de su noble frente y a fortalecer su espíritu. Muchas veces en presencia de los enemigos, cargué también un rifle, y haciendo fuego sin cesar, más de un cuico,[7][n 1] más de un cholo[7][n 2] cayó muerto a mis pies. Siempre mi único anhelo fue ser consuelo y ser fortaleza. Con la extinción del último baluarte enemigo, concluyó mi misión.[8]
[...] llovían las balas y esas patriotas mujeres, sin temor ninguno, confortaban, curaban y ayudaban a bien morir a los que la mala suerte enviaba a pasar la última revista; y sin esperar galardón, ni premio alguno, cumplían estrictamente con su deber. ¡Ah!, esas camaradas como nadie cumplieron con su misión.Nicanor Molinare.[8]
Algunas de las cantineras que acompañaron al ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico fueron:
Nombre | Notas |
---|---|
Juana Alcaíno | Cantinera del Regimiento Talca. Se enroló junto con su hermano José; ambos pelearon en las batallas de Chorrillos y Miraflores.[9] |
Carmen Cabello | Cantinera del Regimiento 1.º de Línea.[8] |
Clara Casados[8] | |
Dos mujeres anónimas, una de ellas encinta | En la batalla de La Concepción, donde se batió el Regimiento 6.º de Línea "Chacabuco", «fueron muertas también dos mujeres de los soldados, de tanto coraje, que en lo más recio del combate, animaban á [sic] los suyos en alta voz que continuasen peleando».[10] |
Mercedes Debia | Se unió al ejército siguiendo a su esposo,[11] Casimiro González.[8] Se reclutó vestida de hombre en 1879 y peleó disfrazada hasta 1882.[6] |
Rosa Amelia Espinoza | Cantinera del Batallón Bulnes.[8] |
Leonor González[8] | |
Rosa González[12] | |
![]() Josefa del Carmen Herrera[11] | Cantinera del Regimiento 4.º de Línea, participó en la guerra desde la toma de Pisagua hasta la batalla de Miraflores y alcanzó el grado de cabo 2.º.[9] |
![]() Juana López | Nació en Valparaíso en 1845.[8] Se unió al ejército siguiendo a su esposo, Manuel Saavedra,[8] quien se enroló junto con sus hijos. Después de perder a toda su familia, continuó en la guerra hasta la ocupación de Lima.[11] Murió en Santiago en 1904.[8] |
Susana Montenegro | Fue tomada prisionera en la batalla de Tarapacá[1] y empalada.[3] |
![]() Irene Morales | Se reclutó disfrazada de hombre en 1879 y, al ser descubierta, fue asignada como cantinera. Llegó incluso a usar el fusil en las batallas, como en la toma de Pisagua, en Dolores, donde su desempeño fue reconocido por el general Manuel Baquedano; en Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores.[1][12] |
Manuela Peña | Mientras ella era cantinera, su hijo Nicolás Rojas, de 14 años, era tambor.[12] |
Eloísa Poppe[8] | |
![]() María Quiteria Ramírez | Apodada María la Grande,[12] era natural de Illapel.[8] Se enroló como la primera cantinera del Regimiento 2.º de Línea.[13] Bajo las órdenes de Eleuterio Ramírez, participó en la batalla de Tarapacá, donde fue capturada y luego conducida a Arica[4] junto al ejército peruano en retirada. Tras la batalla de Arica, recuperó su libertad y se reincorporó a su regimiento. Se batió en la batalla de Chorrillos.[14] |
Rosa Ramírez | Nació en Santiago en 1855 y fue costurera.[4] Cantinera del Regimiento 2.º de Línea, fue tomada prisionera en la batalla de Tarapacá,[12][15] torturada, mutilada y ejecutada.[1][3][11] |
Dolores Rodríguez[12] | Se unió al ejército siguiendo a su esposo,[11] Lorenzo Sánchez,[8] uno de los soldados que se batieron en Tarapacá. Al quedar viuda, empuñó el fusil y luchó hasta caer herida.[1] |
Archivo:Leonor Solar, cantinera del 2.º de línea, ca. 1879.jpg Leonor Solar | Apodada la Leona,[12] nació en Valparaíso en 1855 y fue costurera.[4] Cantinera del Regimiento 2.º de Línea, fue tomada prisionera en la batalla de Tarapacá,[12][15] torturada, mutilada y ejecutada.[1][3][11] |
Juana Soto[12] | Cantinera del Regimiento Chacabuco.[8] |
![]() Filomena Valenzuela | Apodada la Madrecita.[13] De familia acomodada, se unió al ejército siguiendo a su esposo,[11] el director de la banda del Regimiento Atacama, en el que se enroló. Participó en la toma de Pisagua y en las batallas de Dolores, Los Ángeles, donde obtuvo el grado de subteniente; Tacna y Miraflores. Al término de la guerra, se radicó en Iquique.[1] |
Carmen Vilches | Perteneció al Regimiento Atacama con el que participó en la batalla de Los Ángeles.[1] |
Después de la guerra, al igual que sus colegas masculinos, elevaron solicitudes de montepío por los servicios prestados al país; las más destacadas se retiraron del ejército con el grado militar y sueldo de sargento.[2] En 1910 se les rindió un homenaje masivo y a las más destacadas se les gratificó económicamente.[6] Para el siglo XX, las cantineras habían desaparecido de los ejércitos de Chile y del mundo.
Galería
- Caricatura aparecida en El Barbero en Santiago el 20 de diciembre de 1879: «Con tan buen sistema de curación a los heridos, ¿quien no suspira por recibir un balazo?».
- Cruz Roja chilena en Lima 1882.
Véase también
Notas
- Boliviano.
- Peruano.
Referencias
- Bravo-Elizondo, 2003.
- Valcárcel, 2005.
- Costamagna, 2010.
- Stuven y Fermandois, 2011.
- La Postguerra - La Guerra del Pacífico vista por quienes la pelearon (6 de diciembre de 2005). «El rol de la mujer en la guerra: Las cantineras». Consultado el 12 de marzo de 2012.
- Memoria Chilena (2015). «Mujeres en la Guerra del Pacífico (1879-1884) - Las cantineras en el ejército: Presentación y Cronología». Consultado el 25 de noviembre de 2015.
- Medina, 1928.
- Larraín Mira, 2006.
- Varas Erazo, Felipe (s/f). «Veteranos del 79». www.batallonesdeatacama.org. Consultado el 21 de septiembre de 2020.
- Salazar y Márquez, Ambrosio (10 de julio de 1882). «Parte oficial de la batalla de Concepción». Concepción. Consultado el 1 de abril de 2012.
- Memoria Chilena (2015). «Mujeres en la Guerra del Pacífico (1879-1884) - Otras camaradas». Consultado el 25 de noviembre de 2015.
- Plath, 1957.
- Valdivia, 2011.
- Pelayo González, Mauricio (s/f). «El pago de Chile: Cantinera María Quiteria Ramírez». La Guerra del Pacífico - Los héroes olvidados (www.laguerradelpacifico.cl). Archivado desde el original el 19 de noviembre de 2013. Consultado el 12 de marzo de 2012.
- Advis V., 1999.
Bibliografía
- Advis V., Patricio (1999). La batalla de Tarapacá y sus hechos memorables. Iquique: Universidad Arturo Prat.
- Bravo-Elizondo, Pedro (2003). «Filomena Valenzuela: Un libro y una calle iquiqueña» (PDF). Revista de Ciencias Sociales (www.revistacienciasociales.cl) (13): 171-176. Archivado desde el original el 2 de febrero de 2014.
- Costamagna, Alejandra (21 de agosto de 2010). «Irene Morales: Furia chilena». Paula (Santiago de Chile: www.paula.cl) (1053). Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2010.
- Larraín Mira, Paz (2006). Presencia de la mujer chilena en la Guerra del Pacífico (PDF) (2.ª edición). Santiago: Universidad Gabriela Mistral. ISBN 956-8147-36-5.
- Medina, José Toribio (1928). Chilenismos: apuntes lexicográficos (ASP). Santiago, Chile: Soc. Imp. y Lit. Universo. pp. 99 y 120.
- Plath, Oreste (1957). «Epopeya del "roto" chileno: El "roto milico"» (HTML). Autorretrato de Chile. Selecciones de Nicomedes Guzmán (Santiago: Editorial Zig-Zag): 133-147.
- Stuven, Ana María, y Fermandois, Joaquín, ed. (2011). «La presencia de la mujer chilena en la Guerra del Pacífico». Historia de las mujeres en Chile. v. 1 (1.ª edición). Santiago: Taurus.
- Valcárcel, Isabel (2005). «La Guerra del Pacífico». Mujeres de armas tomar. Madrid: Algaba Ediciones, S. A. ISBN 84-96107-56-6.
- Valdivia, Francisca (4 de julio de 2011). «La importancia de la mujer en la guerra de 1879 a 1884». Universidad Católica Silva Henríquez.
Bibliografía adicional
- Larraín Mira, Paz (2000). «Mujeres tras la huella de los soldados». Historia (Santiago) 33. ISSN 0717-7194. doi:10.4067/S0717-71942000003300005.