Batalla de Umachiri
La batalla de Umachiri[17][27] (o de Humachiri)[28][12] fue el enfrentamiento bélico librado el 11 de marzo de 1815, entre las fuerzas de la Junta Autónoma de Cuzco y las del Virreinato del Perú. Constituyó el punto culminante de la revolución independentista del brigadier Mateo Pumacahua,[nota 2] la victoria realista significó el fin de la rebelión y el apresamiento y ejecución de sus principales líderes.
Batalla de Umachiri | ||||
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Parte de Rebelión de Cuzco | ||||
![]() Retrato del teniente general Juan Ramírez Orozco. Litografía de Domingo Valdivieso y Henarejos, hacia 1853. | ||||
Fecha | 11 de marzo de 1815[1] | |||
Lugar | Distrito de Umachiri, Puno, Perú | |||
Resultado | Decisiva victoria realista[2] | |||
Combatientes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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Antecedentes

Un día después de su victoria en Chacaltaya, el 2 de noviembre de 1814,[31] los realistas de la división del brigadier Juan Ramírez Orozco entraron en La Paz.[32] Posteriormente, la expedición siguió a Arequipa, ocupándola sin resistencia el 9 de diciembre;[1] la guarnición patriota, al igual que los restos de una expedición fallida a Huamanga, se había unido a los fugitivos de Chacaltaya[33] y la evacuó el 30 de noviembre.[7] En la ciudad, Ramírez fue recibido con aclamaciones por el cabildo y el vecindario, pero sus tropas estaban agotadas después de una larga marcha por terreno montañoso.[34] Además, como eran muy pocas, el brigadier no podía usar la fuerza para someter a la región y debió recurrir a comisionados enviados a los diferentes pueblos con proclamas de amnistía a todo aquel que entregara sus armas o cambiara de bando. También fueron entregados dos jefes rebeldes, José Astete y José Chirveches, quienes fueron juzgados y ejecutados.[35][36] Finalmente, se preocupó de alimentar y conseguir nuevas armas y vestimentas a sus soldados y enviar una vanguardia de 250 soldados organizados en una compañía de veteranos y un cuerpo de caballería a Caylloma para poder vigilar a sus enemigos. Luego dejó como nuevo gobernador al brigadier Pío Tristán.[37][36]
Todas estas medidas le tomaron a Ramírez unos dos meses, tiempo en que se quedó en Arequipa. Durante enero, en Chuquibamba había cada vez más agitación y en Sicuani se reunían 10.000 rebeldes.[38][36][39] A la vez, hubo un alzamiento realista en Tinta, donde el teniente coronel Ignacio Ruíz Caro fue vencido y forzado a huir a Arequipa con 40 seguidores.[38][40] De hecho, el plan patriota era debilitar a las fuerzas realistas usando el clima y la orografía adversas y la necesidad de dejar unidades en las ciudades que tomaba.[41] Al mismo tiempo, los rebeldes usaban su mejor conocimiento del terreno para bloquear los caminos con pequeñas fuerzas mientras atacaban con el grueso de sus fuerzas los cuarteles monárquicos, robando armas y dinero.[42] Finalmente, después del fusilamiento del intendente José Gabriel Moscoso y al mariscal de campo Francisco Picoaga en Sicuani el 1 de febrero[43][44] (capturados después de ser vencidos en La Apacheta)[45] y las órdenes del virrey, el brigadier realista decidió volver a la ofensiva el día 11.[46]
Salieron de Arequipa y en la noche llegaron a Cangallo, donde pernoctaron hasta la mañana para seguir el avance pero una tormenta los mantuvo inmóviles hasta el 15. En cuanto el clima mejoró llegaron rápidamente a Pati, enterándose que los patriotas concentraban fuerzas entre Ayaviri y Pucará. Esa misma jornada, Ramírez recibió la orden de Pezuela de volver a Potosí para ayudarlo contra una nueva campaña de los rioplatenses. El brigadier ordenó una junta con sus oficiales y decidieron unánimemente no obedecer la orden, pues se volvían al sur, los rebeldes tomarían Arequipa, Puno y La Paz de nuevo, cortando las comunicaciones entre Lima y el Alto Perú, pudiendo forzar a disolverse a un ejército realista aislado y poniendo fin al virreinato. Así, primero acabarían con la rebelión y después ayudarían a Pezuela, decisión que fue informada al general.[47]
El clima nuevamente empeoró y sólo el 19 pudieron reanudar la marcha a Lampa, donde descansaron tres días y se les unió el teniente coronel Lacón con 20.000 pesos.[48] El 28 de febrero, Melgar escribió un oficio (y Vicente Angulo lo firmó) al brigadier, ofreciéndole reconciliación pero este último simplemente le respondió que si se sometía inmediatamente recibirían un indulto. Entre tanto, los patriotas seguían concentrándose a orillas del río Ayaviri, sabedores del avance enemigo. Al día siguiente, los monárquicos llegaron al cauce fluvial, pero lo consideraron imposible de vadear y se movieron al pueblo de Pucará.[49] En esos momentos Pumacahua envió un mensaje a Ramírez exigiéndole su rendición, lo que fue respondido con insultos por el brigadier.[50]
Durante cuatro días (6 a 10 de marzo) ambos ejércitos marcharon de forma paralela, con los ríos Umachiri y Ayaviri entre ambos.[17] Las tropas de Ramírez siguieron marchando por terreno pantanosos en los días 6 y 7 de marzo bajo fuego de la artillería patriota, especialmente en un camino estrecho donde hubo un tiroteo con una compañía de cazadores hasta que forzaron a los cusqueños a volver a las cumbres. Dándose cuenta que no había forma de vadear el Ayaviri, el brigadier ordenó construir unas baldas que quedaron listas en la tarde del 8. Entre tanto, los monárquicos también podían notar la llegada de numerosos refuerzos de forma constante al campamento patriota, que fue trasladado a un cuarto de legua, a la falda del cerro que dominaba la pampa, pudiendo aprovechar con su artillería esa posición si es que los realistas intentaban cruzar. Por eso Ramírez ordenó seguir la marcha hasta las cabeceras del río Umachiri buscando algún paso. Los días 9 y 10 tuvieron que atravesar profundos pantanos con el agua hasta la cintura y seguidos de siempre por los rebeldes desde la otra orilla.[51][52] El día 10, Pumacahua había reconcentrado sus fuerzas a orillas del río Cupi, que estaba crecido por unas lluvias recientes.[17] Al anochecer, los patriotas acamparon en tres campamentos: Pumacahua al frente del campamento realista, Angulo en la rinconada de Chuquibamba y Béjar cerca de Ayaviri.[51][52]
Fuerzas enfrentadas
Patriotas

Las fuerzas rebeldes eran comandadas por el teniente general, Inca y mariscal del Perú Mateo Pumacahua, el capitán, mariscal de campo y general en jefe Vicente Angulo y el Auditor de Guerra Mariano Melgar.[53][54][55]
Todas las fuentes y eruditos coinciden en que los cuzqueños contaban con más de diez mil hombres en el campo de batalla.[56] Unos pocos tenían pistolas y sables,[10] pero para la mayoría sus armas eran lanzas, palos, hondas y macanas.[8][57][10][58] El historiador peruano Luis Antonio Eguiguren Escudero afirma que informes del virrey José Fernando de Abascal (y remitidos al brigadier Ramírez) que los patriotas habían reunido 10.000 hombres entre Ayaviri y Pucará ya en el mes de enero.[47]
El escritor peruano José Casimiro Ulloa en su obra de 1879, La revolución de 1814, menciona que alcanzaban los 12.000 efectivos con una poderosa caballería formada en los campos de Arequipa y 31 piezas de artillería de diverso calibre.[7][9] Esta estimación se basa en el parte de la batalla escrito por el brigadier Ramírez.[nota 3] Jorge Basadre, historiador peruano, se queda con esta cifra como la más verídica.[8] Sin embargo, después Ramírez afirmó haberse equivocado y tener nueva información tras haber interrogado a los oficiales prisioneros y eleva los números a 30.000 combatientes y 40 cañones de diverso calibre, algo que aceptan Alcón, Ulloa y Eguiguren.[60][10][11][12][13][61] Respecto de la cantidad de fusiles, Alcón y Eguiguren aseguran que eran 800,[10][62] mientras que Ulloa inicialmente hablaba de 500[63] pero después lo elevó a 800.[5][64]
Mientras, el propio Pumacahua dice que eran 14.000 combatientes cuando fue interrogado después de su captura.[65] Según el Diario de Ramírez, escrito en 1815,[66] el poeta Melgar habría declarado que eran 30.000, pero sólo 800 estaban armados con fusiles.[10] Andrés García Camba, militar realista, escribió en 1846 Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú,[nota 4] donde eleva la cifra a 20.000 indios con apenas 500 portaban fusiles y disponían de 37 piezas de artillería.[70][71] En cambio, el regente de la Audiencia del Cuzco, Manuel Pardo Ribadeneira, en su Memoria de 1816, afirma que eran 20.000[72] a 25.000[73][74] indios. El diplomático español Mariano Torrente en su Historia de la revolución hispano-americana creía que eran 20.000 indios, 800 fusileros y 40 cañones.[75] Manuel Lorenzo de Vidaurre[nota 5] dice que en las Cortes de Cádiz se rumoreaba que los rebeldes podían movilizar 40.000 indios.[78][79]
El historiador peruano Manuel Jesús Aparicio Vega creía que la caballería patriota debía alcanzar alrededor de 2.000 monturas.[80] Eguiguren sostiene que la artillería era servida por desertores realistas que también eran veteranos de la campaña en el Alto Perú.[12] Las piezas fueron fundidas en Cuzco por un inglés llamado George.[17] Ramírez lo ignoraba, pero estas piezas, apodadas vivorones, eran de calibre menor a las propias pero de un largo alcance.[81]
Realistas
![]() Regimientos Realistas Comandante en jefe Unidades y comandantes |
Eran menos de 2.000 hombres,[82] e incluso es probable que no llegaran a los 1.500.[56] La mayoría eran cuzqueños,[85][86] posiblemente miembros de clases o etnias enfrentadas a las involucradas en la rebelión,[82] fuerzas disciplinadas con años de experiencia en combate en el Alto Perú.[87] Eguiguren afirmaba que cuando todas las unidades se reunieron en Oruro, la expedición se componía de 1.200 hombres, incluyendo un piquete 40 caballos y 6 cañones de 4 libras.[84][20][88] Posteriormente, cuando salió de Arequipa se había reforzado con algunos reclutas y dispersos hasta alcanzar los 1.200 infantes y 50 dragones,[47][89][90] en total unos 1.300 hombres.[12][16] García Camba da una cifra algo más baja, 1.200 hombres y 4 piezas de artillería.[14] Manuel Pardo menciona que 200 voluntarios de Tinta a cargo del coronel Francisco González se habían sumado a la fuerza durante la campaña[91][92] y estima en 1.800 cuzqueños la fuerza de la división.[74]
Combate
Terreno
Ambos bandos estaban separados por los ríos Umachiri y Ayaviri;[17] cerca del primero estaba el pueblo de Pucará,[73] que está 9 leguas al norte de Lampa, a orillas de un río que desciende de los montes Aricoma y Carabaya, estando cerca de un peñón homónimo de 300 a 350 pies de altura.[93] A 6 leguas al norte está Ayaviri[94] y luego Orurillo. Al noroeste está Ñuñoa y al suroeste Santa Rosa, y 5 leguas al sur de esta última se encuentra Macari.[95] En tanto de Umachiri está a 5 leguas de Ayaviri y Macari, siendo un lugar muy frío que vivía de la producción de papas y cebada y la minería de cobre y plata y carece de buenos caminos.[27] A tres leguas al sur le sigue Cupi y a otra legua más Llalli, también lugares fríos y sin caminos pero dedicados a la ganadería.[96]
El campo de batalla definitiva era una llanura atravesada de forma oblicua por el gran río Llalli de oeste a este, en cuya margen septentrional estaban las serranías que llevaban desde Umachiri a Santa Rosa.[97][12][98] La llanura era espaciosa y estaba rodeada por serranías desde donde los rebeldes podían observar y decidir cuándo atacar,[99] estando en completa ventaja sobre Ramírez.[98]
Cruce del Umachiri
A las 02:00 horas del 11 de marzo, los rebeldes levantaron el campamento y los monárquicos hicieron lo mismo a las 06:00. Estos últimos se dirigieron al Umachiri, donde desalojaron a un piquete enemigo que vigilaba unas alturas para impedirles el paso del río.[51][52] Al parecer se trataba de una vanguardia de caballería que hizo algunos disparos contra la vanguardia formada como guerrilla.[97] Los Dragones de Tinta y una compañía de fusileros forzaron a los patriotas a cruzar al otro lado del río y dejar libre el paso a los realistas para atravesar las aguas.[100][52] Después de este éxito se encontraron con todo el ejército rebelde a la otra orilla del caudaloso Llalli.[2][52] Eso impidió a Ramírez realizar su plan: cruzar el Umachiri, ubicarse en la llanura cercana a las posiciones enemigas y al amanecer siguiente atacar a los patriotas.[101]
Planes y orden de batalla
En la ribera norte estaban los patriotas en una línea de batalla de tres leguas que ocupaba parte del llano y las faldas de los cerros inmediatos.[12][102] Había sido Pumacahua (o quizás Angulo) quien decidió esperar al otro lado del Umachiri, forzando a Ramírez a hacer un gran esfuerzo cruzándolo, posiblemente sufriendo muchos ahogamientos en el proceso.[53]
Sus alas eran defendidas por tres cuerpos de caballería listos para cruzar el río cuando fuera necesario y se apoyaban en la artillería.[12][11] Su plan era flanquear a los realistas cuando intentaran cruzar las aguas y atraparlos entre dos fuerzas.[4]
Al otro lado estaba la división de Ramírez situada en una pequeña altura, pero al comprender la desventaja que tenía en dicha posición, decidió parar y situar a su artillería en el mencionado morro, levantar las tiendas y descargar a las bestias mientras estudiaba el terreno.[12][81] Apenas habían terminado con esta operación, cuando 6 cañones patriotas empezaron a abrir fuego. Luego, los rebeldes se aproximaron en gran número al río Llalli, dejando claro que la batalla sería en ese momento y lugar.[103][11] Según Ramírez, la línea rebelde se fue engrosando progresivamente con el paso del tiempo y se acercaba lentamente profiriendo insultos y gritos. Mientras, la artillería patriota forzaba a los realistas a refugiarse entre los peñascos del morro, aparentando debilidad para animar a los indios a atacar confiados en su superioridad numérica.[81]
Cruce del Llalli
Sin embargo, la infantería patriota no cayó en la treta y Ramírez ordenó prepararse para cruzar el río,[81] fue entonces un cuerpo de caballería rebelde, a media legua de los realistas, cruzó el río por un vado y amenazó a su flanco izquierdo, lo que forzó a Ramírez a reforzar ese sector con 30 hombres.[4][104][11] Al mismo tiempo, otra fuerza de jinetes patriotas cruzó el Llalli y amenazó la derecha realista, forzando a enviar a la primera compañía de granaderos del 1er regimiento, a las órdenes del teniente coronel Manuel Venero, pudiendo resistir durante todo el día a la caballería. Ramírez hizo formar a su tropa desde el inicio del cañoneo y después de dar vivas al rey, la hizo avanzar de frente, bajo el fuego de la artillería enemiga, hasta llegar a la orilla del río; su único apoyo fueron dos piezas de artillería que debían responder a sus contrapartes.[4][6][105]
Para cruzar el río los soldados realistas debieron despojarse de sus ropas, llevar su cartuchera en la cabeza y el fusil al cuello, soportar el agua hasta el pecho bajo fuego enemigo y ver a algunos compañeros ser arrastrados por las aguas. Llegados a la otra ribera, desnudos,[62][5][106] se formaron en batalla de nuevo y a paso redoblado se arrojaron sobre los patriotas,[62][107] quienes no hicieron la primera descarga hasta cuando ya estaban a unos pocos pasos.[62][5] Ante tal acaso, en apenas 15 minutos la línea rebelde se deshizo y comenzó una retirada relativamente ordenada.[62][108][5] Mientras tanto, la compañía de granaderos que defendía el ala derecha también pudo vadear el río y empezar a atacar al ala izquierda enemiga. Ramírez aprovechó el momento para reforzarla con todos los oficiales que tenía en reserva y al mando del teniente coronel Manuel Ponserrada (o Ponferrada) cargar a galope para masacrar a quien se encontraron.[62][108][5]
En tales momentos, un cuerpo de 300[109] jinetes patriotas (otras fuentes hablan de 500[110][64] a 1.000[108]) vadeó el río y atacó por la retaguardia al campamento monárquico, donde estaban los equipajes y las mujeres que acompañaban a la división,[109] aunque otra fuente dice que atacaron desde el pueblo de Umachiri, que en esos momentos había quedado atrás del ejército realista.[108] El capellán y doctor de la división, Esteban Rodríguez, debió armar con palos y lanzas que encontró a las féminas e incluso con fusiles a 12 de ellas. Las mujeres también lograron mover un cañón que estaba abandonado por considerarse inútil, pero lograron moverlo al morro y hacer que disparada dos tiros. Posteriormente, la caballería a cargo del teniente coronel Aragón logró dispersar a los asaltantes.[109][110]
Sin embargo, los patriotas aún no estaban vencidos y se reorganizaron en las alturas, desde donde abrieron fuego con las piezas que les quedaban. Por su parte, los monárquicos avanzaron contra ellos por el centro en como columnas (formación cerrada), a la vez que las unidades que habían defendido sus alas empezaban a cruzar y atacaban como guerrillas (formación abierta), logrando desalojarlos rápidamente.[62][108][111] Cuando huyeron al otro lado de los cerros, los rebeldes se dieron cuenta de que muy pocos realistas los perseguían, se rehicieron y contraatacaron.[62][112] Según Eguiguren y Ulloa debieron intervenir 100 hombres que se habían quedado de reserva acompañando al brigadier para dispersarlos.[113][110] En cambio, el historiador peruano Evaristo San Cristóval Palomino afirma que Ramírez envió a la 1ª compañía de fusileros del 1er regimiento al mando del capitán Antonio Cruzado para expulsar a los enemigos del cerro, quedándose con sólo 100 hombres de última reserva.[114]
El enemigo huía en grupos dispersos, pero luego cayó la noche, como su tropa estaba desnuda y estaban a 3 leguas de su campamento, Ramírez canceló toda persecución, temeroso que si sus hombres seguían persiguiéndolos fueran emboscados en las sierras cercanas a Santa Rosa.[109][114] Eran las 21:00 horas y resolvió que sus soldados pasaran la noche en la orilla del río, no creyendo prudente ordenarles cruzarlo de nuevo.[109][115][110]
Consecuencias
Bajas
Al amanecer del 12 los realistas recorrieron el campo de batalla y recolectaron 37 cañones,[109][22][61][23][106][64] una escopeta,[61] 43 fusiles y gran cantidad de pertrechos.[109][61][23][64] También 35 de los cañones capturados fueron destruidos después de la batalla.[61] Ramírez no indica la captura de ningún enemigo herido, lo que lleva a Eguiguren a presuponer que no se dio cuartel, aunque si se hicieron 150 prisioneros.[21][23][24] Según el Diario de Alcón[nota 7] quedaron en el campo más de 1.000 cadáveres.[21][22][23][24] En su parte oficial, Ramírez reconoce haber sufrido la muerte de 7 soldados por bala (incluyendo el subteniente del 1er regimiento Estanislao Arenchaga) y 6 por ahogamiento, más 7 heridos (incluyendo los cabos primeros Ascencio Alegría y Manuel Flores y los soldados Manuel Rodríguez y Pablo Vargas del 1er regimiento, y subteniente Mariano Miranda, sargento primero Raimundo Sechas y cabo primero Jerónimo Honda Henríquez del batallón del General), aunque el número es cuestionable por la costumbre monárquica de reducir las bajas.[25][26][117][23] También hubo un teniente coronel y un capitán contusos.[55]
Es destacable que el victorioso Ramírez no solicitara ningún título nobiliario por tal victoria, quizás un condado o marquesado,[118] siguiendo el ejemplo de Goyeneche (conde de Huaqui), Pezuela (marqués de Viluma) y La Serna (conde de los Andes), aunque tenía los mismos méritos militares.[119]
Fin de la rebelión
Entre los prisioneros estaban el coronel Dianderas, otro coronel que era yerno de Pumacahua y el cacique de Umachiri, todos ellos fueron fusilados en el campo al instante. En tanto, Melgar también fue capturado e interrogado por su rango de Auditor de Guerra, siendo ejecutado a la jornada siguiente.[21][120] Pumacahua fue a Tinta con unas pocas tropas para intentar organizar una defensa de Cuzco,[120] pero en Sicuani, donde unos días antes había reprimido violentamente una contrarrevolución monárquica, se alzaron nuevamente y salieron en su captura. Entre tanto, Ramírez iniciaba la marcha hacia Cuzco el día 13.[121] Pumacahua huyó a las alturas de Marangani pero fue traicionado por un seguidor al que envió a buscar comida.[17] Fue capturado dos días después de la batalla[122][123] por los indios de Ayaviri, quienes lo entregaron a Ramírez.[124] El brigadier se enteró de su captura en la noche del 14. De inmediato se dirigió a Sicuani, llegando el 17.[121] El prisionero fue fusilado en Sicuani[123][124][55] el día 18[125] (otros dicen que ahorcado).[123] Ejecutado en la plaza pública, su cadáver fue destrozado y su cabeza y brazos cortados.[126]
La batalla significó el colapso del gobierno revolucionario. El 18 de marzo estallaba en la propia Cuzco una revuelta realista que consiguió arrestar a todos los jefes supervivientes.[124] El 20 de marzo era nombrado como nuevo gobernador realista de Cuzco a José Mariano de Ugarte.[125] El 23 de marzo, los realistas entraban triunfante en Cuzco exhibiendo la cabeza de Pumacahua en una pica[1] (uno de sus brazos fue exhibido en Arequipa).[127] Dos días más tarde lo hacía Ramírez.[128][123] El 13 de abril Ramírez escribió una proclama para los cuzqueños donde acusaba a los rebeldes de criminales y causantes de los males padecidos por la población.[nota 8] El 29 de mayo[1][130] fueron fusilados en la ciudad los hermanos Angulo, José Gabriel Béjar, José Agustín Chacón y Becerra, Josef Rosel y Valdés y otros cabecillas. La dureza de tal castigo fue justificada como una venganza por la muerte de Picoaga y Moscoso.[124] Finalmente, se estableció una comisión encargada de juzgar a los vecinos de Cuzco según su nivel de simpatía o colaboración con la rebelión.[131]
Gracias a la capacidad militar del brigadier se restablecieron las comunicaciones entre Lima y el ejército real acantonado en Oruro, pacificándose un enorme territorio,[1] pues las ciudades de Huancavelica, Huamanga, Puna, La Paz y Arequipa habían caído ante el ímpetu de la revolución de Cuzco.[8] El ejército vencedor reunió todos los recursos para reorganizarse y equiparse antes de regresar al sur, muchos de los medios se consiguieron mediante la fuerza y el uso de la represión contra oponentes.[131] El general volvió para unirse a su superior, Pezuela, y tomar rumbo a Cochabamba para detener el avance de los rioplatenses, dándose otra batalla decisiva en Viluma.[132]
El 23 de abril, Tristán celebró una misa en Arequipa en honor a la victoria y unos días más tarde unas exequias por Moscoso y Picoaga. Ramírez envió al virrey, como trofeos y señales de respeto, el estandarte tomado en Umachiri y el uniforme de José Angulo.[133] El 25 de abril, el Cabildo de Arequipa proclamaba al brigadier como el «restaurador de Cuzco, libertador de las cuatro provincias limítrofes».[134]
En la batalla participó un adolescente llamado Miguel de San Román, futuro presidente peruano, junto con su padre, el coronel Miguel Pascual, quien fue fusilado poco después en Puno.[17]
Análisis
El historiador San Cristóval afirma que el plan patriota era el habitual para un ejército con superioridad numérica. La fuerza estaba dividida en tres cuerpos a cargo de Pumacahua, Béjar y Angulo con la idea de rodear a sus enemigos al atacar sus alas, como hicieron los atenienses de Milcíades en Maratón. Sin embargo, no funcionó principalmente porque los mandos eran de una calidad muy inferior y «el ejército realista combatía con una masa de hombres poseídos de un valor ciego por la causa que defendían, pero sin instrucción y disciplina de ninguna clase».[135] Utilizando la obra del mariscal Auguste Marmont Espíritu de las instituciones militares (1845) como referencia, San Cristóval sostiene que en Umachiri los patriotas habían reunido una masa pero no un ejército, pues carecían de disciplina e instrucción, solamente tenían una imperfecta organización. En cambio, los monárquicos tenían un nivel un poco más alto de disciplina.[136] Tampoco hubo concentración de fuerzas por el bando patriota, que dejaron a muchas columnas vigilando los caminos y no las reunieron para la batalla.[137]
Los patriotas disponían de una posición ventajosa,[135] al interponerse entre ellos y sus atacantes una barrera muy difícil de cruzar, el río Llalli, eligiendo sabiamente un lugar para la batalla donde podían usar la orografía a su favor, todo gracias a que vigilaron y siguieron a sus enemigos por días.[138] La orden de Ramírez de cruzar el río bajo fuego de un enemigo atrincherado fue muy arriesgada y pudo terminar con el aniquilamiento de sus fuerzas si los patriotas hubieran tenido mejor disciplina y armamento.[139]
San Cristóval, basándose en Marmont nuevamente, no considera a ninguno de los comandantes como un verdadero «general». Ramírez luchaba porque se le ordenó hacerlo sin seguir ningún plan propio.[140] Solamente le interesaba granjearse el favor del rey y el virrey, permitiendo a sus tropas todo tipo de tropelías contra civiles y patriotas: «los excesos de la tropa realista que fueron autorizados, quedaron justificados, toda vez que en aquellos tiempos, la fuerza era el derecho (...) muy aplicable en los tiempos aquellos en que se hablaba de conquista».[141] Respecto de los cabecillas rebeldes, demostraron valor pero fueron incapaces de hasta organizar una retaguardia con la que defender su retirada.[142]
Notas
- «La expedición de que formaba parte llegó a su desgraciado término en Umachiri, pero al comenzar la batalla la inspiración del poeta hizo levantar en sus filas una insignia austera y decisiva: la bandera negra de la guerra a muerte».[3]
«La bandera negra levantada en el campamento insurrecto era la señal, no sólo de que no se daría cuartel á los enemigos, sinó de que había sonado la hora de combate».[4][5]
«(...) puso a su frente la sangrienta insignia de una bandera negra, como cruel significativo de que se nos negaría cuartel; en lugar de acobardar a mis tropas inspiró en ellas sólo el ardor y el deseo de morir con honra».[6] - Nombramiento como coronel interino del regimiento de milicias disciplinadas de Infantería de Indios Nobles Patricios del Cuzco, Lima, 11 de julio de 1811, por el virrey Abascal.[29] Nombramiento como brigadier de infantería, título otorgado por la Junta Suprema, Cádiz, 11 de diciembre de 1811.[30]
- Parte del Sr. Ramírez de su gloriosa acción contra Pumacahua el 11 de marzo de 1815 en Humachiri, 3 abril 1815. Publicado en Revista del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, 1950, temas 4-6, pp. 68-71.[59]
- Pardo, Manuel. "Memoria exacta e imparcial de la insurrección que ha experimentado la provincia y capital del Cuzco en el Reyno del Perú en la noche del 2 al 3 de agosto del año pasado de 1814. Con expresión de las causas que la motivaron, de las que influyeron en su duración y de las que concurrieron en restablecer el orden público, formada de orden del gobierno de esta provincia por D. Manuel Pardo, Regente de su Real Audiencia, en cumplimiento de la real determinación del 31 de julio de 1814". El documento fue preservado por el coronel Juan Francisco Maruri de la Cuba, quien lo encontró entre los papeles de su hermano, vocal de Cuzco, estaba fechado el 1 de abril de 1816 y escrito por orden del brigadier Ricafort, presidente de Cuzco.[67][68][69]
- Documento Carácter del general Pomacagua (sic). [76][77]
- "Parte del general Ramírez al virrey del Perú", inserto en la Gaceta de Madrid (1815) del jueves 2 de noviembre de 1815, pág. 1253 y sgts.
- Reproducido también por De Odriozola.[116]
- Proclama del Mariscal Ramírez a los cuzqueños, después de haber debelado la rebelión de Pumacagua (sic), Cuartel General del Cuzco, 13 de abril de 1815.[129]
Referencias
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- Eguiguren, 1914, p. 92.
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- Eguiguren, 1914, p. 94.
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