Atomismo

El atomismo es una teoría filosófica que apareció en la Antigua Grecia durante el siglo V a. C. y en la India hacia el año 600 a. C. —aunque tal vez surgiera mucho antes (Mosco de Sidón)—, según la cual el universo está constituido por combinaciones de pequeñas partículas indivisibles denominadas átomos (del griego ἄτομον, «que no se puede cortar», «indivisible»[1]).

Leucipo de Mileto, el primer filósofo griego en desarrollar la teoría del atomismo.

Historia

Desarrollo de la teoría

Busto identificado con Demócrito (Museo Arqueológico de Nápoles).

En las antiguas creencias, el átomo se definía como el elemento más pequeño, a la vez extenso e indivisible, del que están hechas todas las cosas. Leucipo es considerado por Aristóteles y Diógenes Laercio como el fundador del atomismo,[2] aunque según Sexto Empírico le presta la invención del átomo a Mosco de Sidón, un fisiólogo o filósofo natural fenicio.[3]

Según el atomismo mecanicista de Leucipo y Demócrito (siglos V y IV a. C.), los átomos son unas partículas materiales indestructibles, desprovistas de cualidades, que no se distinguen entre sí más que por la forma y dimensión, y que por sus diversas combinaciones en el vacío constituyen los diferentes cuerpos.[4][5] [6]Esta concepción de la naturaleza es absolutamente materialista, y explica todos los fenómenos naturales en términos de número, forma y tamaño de los átomos. Incluso reduce las propiedades sensoriales de las cosas a las diferencias cuantitativas de los átomos.

"Todo lo que existe en el universo es fruto del azar y de la necesidad."
Diógenes Laercio, IX
Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, 67 B2

El atomismo aparece en la filosofía griega como un intento de superar las dificultades lógicas para explicar el cambio de las cosas consideradas en la escuela eleática.[7] Afirma lo que esta misma afirma y puede afirmar también lo que esta afirma, haciéndose así más afirmativa como teoría. No hay disyuntiva entre ser y no ser, sino ambas cosas, sólo que el ser no es efectivamente tal, esto es, espacio y vacío. Esta simultaneidad de los contrarios constituye la fuente del universo.

Esta teoría atómica recorre con tal fluidez el tránsito del ser a las cosas, suprime de golpe tantos obstáculos para la comprensión mecánica y matemática del universo, que desde entonces se convirtió en modelo para cualquier investigación racional de la naturaleza. También se presenta como afín al pluralismo de Anaxágoras o de Empédocles (siglo V a. C.). Anaxágoras consideraba que todo estaba hecho de partículas elementales llamadas homeomerías[8] conceptualmente diferentes (aunque muy similares) a los átomos de Leucipo y Demócrito, mientras que Empédocles afirmaba que casi todas las cosas (no los ojos, por ejemplo) están compuestas por de los cuatro elementos, a saber: aire, agua, tierra y fuego.[9]

La esencia del argumento atomista[10] es como sigue. Tomemos por válida la hipótesis, «las cosas materiales son divisibles hasta el infinito». Dado que tal división es posible, imaginemos que la llevamos a cabo con un cuerpo; ¿Qué queda entonces de este? O bien el producto de la división es un número de cuerpos con magnitud física, o consiste en un número de elementos que no tienen magnitud. En el primer caso, los cuerpos residuales con magnitud deben seguirse pudiendo dividir, pues la división no se habría llevado a cabo completamente, lo cual contradice el punto de partida. En el segundo caso, el cuerpo original, que tiene magnitud, estaría compuesto por elementos que no tienen magnitud, lo cual es imposible. La suma de infinitos elementos que no poseen magnitud da lugar a un elemento sin magnitud. Así que ambos posibles resultados llevan a un absurdo y por tanto la hipótesis de que los cuerpos materiales son divisibles hasta el infinito ha de ser falsa y, por lo tanto debe existir un límite a esta división, una unidad básica de materia indivisible que posee magnitud, llamada átomo y a partir de la cual no se puede seguir dividiendo.

En India, por otra parte, llegaban a conclusiones parecidas los jainistas Ajivika y Chárvaka [11]y las escuelas del hinduismo ortodoxo nyaya y vaiśeṣika.[12][13]

Crítica aristotélica y desarrollo posterior

Aristóteles acepta la idea atomística y la concilia con la filosofía de las formas de Platón, argumentando que ambos están en lo cierto. Lo explicó a través de la primera substancia[14] y de las categorías[15] o substancias secundarias que dependen de ella. La primera substancia sería la materia de los atomistas y las categorías dependientes de ella serían las propiedades que definen a esa materia que la convierte en lo que es. Todo ello explicado en su doctrina de las cuatro causas.[16]

Para evitar el determinismo mecanicista, criticado por Aristóteles, Lucrecio toma el pensamiento de Epicuro e introduce la tesis de que los átomos caen en el vacío y experimentan por sí mismos una declinación que les permite encontrarse (teoría del clinamen[17]). De esta forma trata de imponer un cierto orden a la idea original que suponía que las cosas se formaban con un movimiento caótico de átomos.

En la Edad Media y Moderna

En la Edad Media, a pesar de la oposición general al atomismo basada en consideraciones teológicas, y sobre todo por la fuerte influencia de Aristóteles, esta doctrina fue mantenida por Guillermo de Conches[18] y Nicolás de Autrecourt[19]. La teoría cobra nuevo auge en los siglos XV y XVI, coincidiendo con la crítica al aristotelismo, con las ideas de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno, alcanzando un punto culminante con la renovación de Gassendi, que considera el atomismo como la hipótesis más razonable para la explicación de los fenómenos de la naturaleza.[20] En esta época fueron debatidos los problemas inherentes a la doctrina atomista: dificultad lógica de admitir que exista una porción de materia que no se pueda dividir y las dificultades de explicar la diversidad de las propiedades físicas y químicas de los cuerpos. Asimismo es innegable la influencia que adquirió más tarde en los orígenes de la teoría atómica científica, empezando por el científico serbio Ruđer Bošković (1711-1787), primero en bosquejar una teoría atómica moderna de fundamento newtoniano que establece fuerzas de cohesión y de repulsión.[21]

Bibliografía

Aristóteles, Metafísica, Colección Austral N° 399, Espasa-Calpe, Octava edición, 1975

Radhakrishnan, Sarvepalli and Moore, Charles (1957). A Source Book in Indian Philosophy. Princeton University Press. ISBN 978-0-691-01958-1.

Teresi, Dick (2003). Lost Discoveries: The Ancient Roots of Modern Science. Simon & Schuster. pp. 213–214. ISBN 978-0-7432-4379-7.

Véase también

Referencias

  1. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. «átomo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
  2. Edward N. Zalta (ed.). «Ancient Atomism». The Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 07-08-2022.
  3. Onfray, 2007, p. 44.
  4. Aristóteles, Metafísica I, 4, 985b 10–15
  5. The atomists, Leucippus and Democritus: fragments, a text and translation with a commentary by C.C.W. Taylor, University of Toronto Press Incorporated, 1999, ISBN 0-8020-4390-9, pp. 157-158.
  6. Pullman, Bernard. «The Atom in the History of Human Thought» [El átomo en la historia del pensamiento humano]. Oxford University Press (en inglés). Consultado el 07-09-2022.
  7. Mac Millan & Co, ed. (1982). «The new calendar of great men: biographies of the 558 worthies of all ages» (en inglés). p. 90. Consultado el 07-09-2022.
  8. Van de Melde, Atomism, Encyclopedia of Philosophy, 2006.
  9. Aristóteles, Metafísica, Colección Austral N° 399, Espasa-Calpe, octava edición, 1975. Libro I, IV capítulo, p. 23
  10. Leucippus.; 1936-, Taylor, C. C. W. (Christopher Charles Whiston), (1999). The atomists, Leucippus and Democritus : fragments : a text and translation with a commentary. University of Toronto Press. ISBN 9781442671102. OCLC 244768656. Consultado el 07-09-2022.
  11. Radhakrishnan, Sarvepalli and Moore, Charles (1957). A Source Book in Indian Philosophy. Princeton University Press. pp. 227–249.
  12. Teresi, Dick (2003). Lost Discoveries: The Ancient Roots of Modern Science. Simon & Schuster. pp. 213–214.
  13. Riepe, Dale (1964). The Naturalistic Tradition of Indian Thought (2nd ed.). Delhi: Motilal Banarsidass.Küchenarmatur, pp. 53-58.
  14. «Aristóteles - Metafísica». Consultado el 07-09-2022.
  15. «Categories». Stanford Encyclopedia of Philosophy Archive (en inglés). Consultado el 07-09-2022.
  16. Hankinson, R. J. (1998), Cause and Explanation in Ancient Greek Thought (e-book), [Oxford]: OUP Premium, p. 159, ISBN 9780198237457, doi:10.1093/0199246564.001.0001
  17. «Clinamen - Encyclopaedia Herder». encyclopaedia.herdereditorial.com. Consultado el 07 de septiembre de 2022.
  18. Die Naturwissenschaft als Metaphysik der Natur bei Wilhelm von Conches. En: Ingrid Craemer-Ruegenberg, Andreas Speer (editor): Scientia und ars im Hoch- und Spätmittelalter, volumen 1, Berlin 1994, p. 369–380, aquí: 373–376.
  19. Zupko, Jack A. (1999). Robert Audi (ed.). The Cambridge Dictionary of Philosophy. Cambridge: Cambridge University Press. p. 612. ISBN 0-521-63722-8.
  20. Saul Fisher (2009). «Pierre Gassendi - Atomist Matter Theory». Stanford Encyclopedia of Philosophy Archive (en inglés). Consultado el 07-09-2022.
  21. José Manuel Casado Vázquez. Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear Universidad de Sevilla, ed. «LA TEORÍA CINÉTICA ANTES DE MAXWELL». Consultado el 08-09-2022. «En 1758, el influyente jesuita dálmata Roger Joseph Boscovich (1711-1787), en el que puede considerarse como el intento más ambicioso de sistematizar el conocimiento científico del siglo XVIII, consideraba a las moléculas como puntos matemáticos y conjeturaba la existencia de complejas fuerzas intermoleculares que eran repulsivas o atractivas dependiendo de la distancia entre las partículas. El problema con las ideas de Boscovich es que aparecían en el contexto de especulaciones confusas y, por tanto, sus posibilidades como modelos moleculares capaces de producir resultados cuantitativos eran inexistentes; a pesar de la influencia que tuvieron en su siglo, debiera considerárselas simplemente como brillantes intuiciones. Algo parecido puede decirse de la teoría del ginebrino George Louis Le Sage (1724-1803) sobre las partículas ultramundanas. Aún así, muchas de estas teorías que hoy parecen meras especulaciones sin sentido jugaron un papel determinante en el rumbo posterior de las investigaciones. El caso de Boscovich es especialmente significativo, en primer lugar porque él fue el primero en afirmar, en contra de sus contemporáneos, que la naturaleza de los átomos que forman los sólidos y los líquidos es la misma que la de los que forman los gases y, en segundo lugar, porque su intento de establecer una teoría unificada de los fenómenos físicos basada en la Naturphilosophie kantiana, influenciará a grandes científicos del siglo XIX como Faraday, Oersted o Lord Kelvin, sin que por ello dejara de olvidarse a comienzos del siglo siguiente. »

Enlaces externos

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