Adalid
Antiguamente se llamaba adalid a la segunda persona del ejército en España, pues no tenía otro superior que el caudillo. La voz adalid se deriva de la árabe delid, que significa mostrador, porque enseñaba el camino e iba adelante para acometer al enemigo.
El modo como se elegía el adalid era particular: se juntaban doce adalides y en falta de alguno de estos, otros oficiales de graduación, y juraban en manos del rey que el candidato tenía las circunstancias necesarias para el desempeño de este empleo. Hecho el juramento, el rey u otro en su nombre le daba una espada y se la ceñía. Entonces se ponía de pie sobre un escudo; el rey o su representante le desenvainaba la espada y se la ponía en la mano. Los adalides le levantaban en alto colocándole de cara al oriente y el electo dando al aire un tajo y un revés con la espada, hacía la forma de la cruz y decía:
- Yo N. desafío en el nombre de Dios á todos los enemigos de la fe, é de mi Señor el Rey é de su tierra
ejecutando lo mismo hacia los otros tres puntos cardinales de la tierra. Concluida esta ceremonia, envainaba su espada y el rey le decía:
- Otórgote que seas adalid de aquí adelante.
Y así concluía la ceremonia de imposición de cargo.
Bibliografía
- Antonio Martínez Miguélez, Adalides y cazadores de cabezas en Héroes, Aventureros, Caudillos Y Gestas, 2010, pg. 34 y ss.