Añá (mitología guaraní)
Aña, Anhá o Añag es la principal figura maligna de la mitología guaraní. En guaraní, la palabra Aña también significa mal, maldad, maligno, maléfico, malvado. Al igual que dio al principio de amenaza de crueldad, que el aña generaba a cada momento y como representa al diablo, satanás, es el que trae mal y maldición utilizado en culturas de desarrollo bajo en definición tribus
Comparación
Asemejado al diablo o satanás producto del sincretismo, sin embargo reconoce un origen muy distinto al Satanás de la tradición judeocristiana, y que fuera introducida por los primeros evangelizadores españoles en los territorios de las Misiones jesuíticas guaraníes, por los misioneros jesuitas en sus reducciones para enseñar el Catecismo dentro de las Reducciones, a fin de que los nativos guaraníes comprendieran con más facilidad las enseñanzas cristianas.
Mito
Uno de los mitos guaraníes que nos cuenta el origen de Añá dice que «una vez que Tupâ (dueño de las aguas, de las lluvias y del trueno) hubo creado algunas criaturas, puso a prueba a uno de sus actores: Añá (representación del mal) genio del mal». Hallabase Tupâ a orillas del Para (mar), bajo la forma de su criatura más perfecta, el hombre, entretenido en hacer figuras de ñai'û (arcilla negra), que iba colocando en fila.
De pronto surgió Añá con intención de destruirlas, pero antes de poder cumplir sus maléficos fines, Tupâ que aparentaba ser un simple mortal, dio unos palmoteos y en ese instante todas aquellas figuras inanimadas cobraron vida y antes de que Añá las alcanzara, empezaron a volar. Tupâ había creado al mbyju'i (golondrina). Añá sintió arder en su sangre la envidia y comenzó también a hacer figuritas de ñai'ü, colocándolas en fila. Tupâ lo contemplaba sin decir palabra. Añá terminó su tarea y dio unos palmoteos imitando a Tupâ, pero aquellas figurillas, en vez de volar, empezaron a saltar, Añá había creado a kururu (sapo) y a ju'i (rana).
Nuevamente Tupâ modeló otra figurilla y al soplarla ella quedó aleteando en el aire, convirtiéndose en un tornasolado pajarito; superando la primera obra, había creado al mainumby (colibrí), Añá no se dio por vencido y modeló a su vez una nueva figura que, al animarla, se convirtió en el ser volátil más raro y repugnante; había creado al mbopi (murciélago)".