Manejo de la higiene menstrual
El manejo de la higiene menstrual (MHM), llamado también gestión menstrual o salud e higiene menstrual (SHM), se refiere al conjunto de prácticas y elementos necesarios para el correcto manejo de la menstruación. Esto incluye servicios de agua, saneamiento e higiene (ASH), productos de higiene, un lugar privado donde cambiarlos y/o lavarlos, instalaciones adecuadas para desecharlos y acceso a información suficiente sobre el ciclo menstrual y el manejo saludable de la menstruación.[1]
Forma parte de programas sobre ASH y abarca a su vez temas vinculados a la igualdad de género, el bienestar, derechos de la mujer y la educación.[2] Aborda también las diferentes creencias y tabúes menstruales que difundan connotaciones negativas sobre el sangrado, que puedan a su vez internalizar estigmas, la vergüenza menstrual[3] y promover la violación de los derechos humanos a la dignidad, integridad corporal, no discriminación, salud, igualdad, privacidad y a una vida sin sufrir conductas degradantes o violentas.[4]
Temas
Salud y productos
La elección de los productos de higiene menstrual dependerá de una serie de factores como la aceptabilidad y creencias culturales, nivel de educación o conocimiento, preferencias personales, acceso a agua, recursos económicos y oferta de insumos accesibles en su zona.[4] La higiene menstrual deficiente puede generar cuadros de infecciones, capaces de comprometer la salud de la persona. En casos de infibulación, la abertura vaginal construida puede ser demasiado pequeña para permitir el paso de los fluidos, lo que genera que se acumulen tejidos coagulados en el interior. Esta situación eleva el riesgo de infección y genera menstruaciones prolongadas y dolorosas con presencia de olores.[4] En India el 70% de las enfermedades del tracto reproductivo femenino están relacionadas con las prácticas insalubres de higiene menstrual. Reutilizar paños menstruales sucios en lugar de toallas de tela o paños limpios incrementa las posibilidades de padecer cáncer de cuello de útero. En Mali se observó una situación similar con paños de confección casera, donde la pobre higiene aumenta el riesgo de esta enfermedad por infecciones recurrentes del virus del papiloma humano (VPH).[5][6]
Marco ecológico e impacto ambiental
El manejo de la higiene menstrual también debe contemplar la gestión de los residuos. De no existir instalaciones adecuadas, los productos ya utilizados pueden descartarse en lugares como ríos, basurales o sitios comunes para la defecación. Esto provoca problemas de saneamiento e incrementa los riesgo biológico, particularmente en países en vías de desarrollo.[4]
Poblaciones
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Pubertad
Con la menarquía inicia la gestión menstrual en niñas y adolescentes quienes se encuentran transitando los niveles de educación primaria y secundaria. Las instituciones cumplen un rol desde el abordaje de contenidos sobre pubertad en programas de educación sexual. Sobre su infraestructura, la UNESCO enumera las necesidades básicas para brindar un entorno seguro, limpio y saludable que incluyen acceso a productos de higiene, cuartos y letrinas donde cambiarlos, agua segura, jabón y la promoción del lavado de manos. De no contar con esto, se considera que el ambiente es «insalubre, discriminatorio por género e inadecuado».[8]
El manejo de la higiene menstrual influye en el ausentismo escolar. Situaciones como no poder comprar productos de higiene, los malestares de la menstruación, la ausencia de cuartos de baños aptos en colegios, la falta de información sobre la pubertad, como así también el miedo a manchar visiblemente la ropa y ser avergonzadas desalientan la asistencia a clase.[7] En África subsahariana, una de cada diez niñas no asiste a clase mientras menstrúa. En casos más extremos, abandonan por completo su educación.[9]
Personas con discapacidad
El manejo de la higiene menstrual en personas con discapacidad y sus necesidades específicas no ha sido abordado en profundidad, en gran medida debido a los tabúes menstruales y prejuicios que rodean a ambos temas. Se estima que esta población en particular experimenta en mayor medida situaciones de vergüenza, aislamiento social y discriminación asociadas al estigma social que la discapacidad acarrea en ciertos contextos. Testimonios de cuidadores, particularmente madres que se encargan de la higiene, comunicaron que ven la menstruación como un inconveniente que no aporta beneficios, idea relacionada con la creencia de que las personas con discapacidad no son sexualmente activas o capaces de concebir y ser padres. Esto, a su vez, las expone a la supresión menstrual y la esterilización forzada, lo que resulta en la alteración de los ciclos menstruales o la pérdida total de estos. [10][11][12] Otros factores que comprometen la dignidad e higiene adecuada de esta población son el entrenamiento insuficiente de los cuidadores profesionales sobre MHM, su aversión a brindar cuidados menstruales y la falta de información y acompañamiento para las familias.[12]
Las personas que presenten algún tipo de discapacidad física han comunicado el descontento frente a los insumos descartables, difíciles de colocar.[12] En aquellas donde sea de índole intelectual, la dificultad consiste en que puedan identificar y expresar a sus cuidadores si padecen síndrome premenstrual, dolores o molestias relacionadas con la menstruación. Asimismo, este segmento no siempre sigue o comprende las normas sociales relacionadas con el uso de productos de higiene.[12]
Personas transgénero y no binarias
El manejo de la menstruación junto con la salud sexual y reproductiva en personas transgénero son temas con poca cobertura académica.[13] Mientras que las percepciones de los varones transgénero hacia la menstruación son diversas, un segmento de esta población puede optar por la supresión menstrual mediante la medicación hormonal. Esto, por un lado, se relaciona con el deseo de evitar el propio estigma cultural arraigado al sangrado. Por otro, la misma persona puede ver en el ciclo menstrual un proceso fisiológico percibido naturalmente «femenino» y que no se alinea con su identidad de género.[14] En lugares con acceso público, el manejo de la menstruación en varones transgénero se complejiza si no se cuenta con baños con papeleras para descartar productos, como así también existe una preocupación sobre su propia seguridad si son descubiertos, y en general evitan usarlos por «miedo a una posible confrontación». Asimismo, tienen mayor posibilidad de sufrir pobreza menstrual debido a los niveles más altos de desempleo, subempleo y pobreza de esta población. Otros desafíos para la gestión menstrual son la ausencia de dispensadores gratuitos de insumos de higiene en espacios segregados por sexo, como baños de hombres o refugios para personas en situación de calle. Algunas propuestas de activistas para mitigar estas situaciones son la construcción de baños unisex, habilitar cubículos privados, y la inclusión de la gestión menstrual como un asunto de salud pública.[15][16]
Véase también
Referencias
- «Menstrual hygiene in South Asia» (PDF) (en inglés). Water Aid. Archivado desde el original el 9 de julio de 2013. Consultado el 8 de mayo de 2022.
- «Manuales sobre salud e higiene menstrual». Unicef México. octubre de 2020. Consultado el 7 de mayo de 2022.
- Wilbur et al., Kuper, pp. 2-3
- Stefanie Kaiser. «Menstrual Hygiene Management». sswm.info (en inglés). Sustainable Sanitation and Water Management. Consultado el 16 de mayo de 2022.
- Juneja A, Sehgal A, Mitra AB, Pandey A (Marzo de 2003). «A Survey on Risk Factors Associated with Cervical Cancer». Indian Journal of Cancer (en inglés) (Medknow Publications on behalf of Indian Cancer Society) 40 (1). ISSN 0019-509X. Consultado el 9 de mayo de 2022.
- Colin Schultz (6 de marzo de 2014). «How Taboos Around Menstruation Are Hurting Women’s Health». Smithsonian (en inglés). Instituto Smithsoniano. Consultado el 9 de mayo de 2022.
- Puberty education & menstrual hygiene management (en inglés). Booklet 9. UNESCO. 2014. ISBN 978-92-3-100011-9. Consultado el 23 de mayo de 2022.
- Puberty education & menstrual hygiene management. p.10 [7]
- Oni Lusk-Stover, Rosemary Rop, Elaine Tinsley, Tamer Samah Rabie (29 de julio de 2016). «La menstruación causa ausentismo escolar de las niñas en el mundo». blogs.worldbank.org. Blog del Banco Mundial. Consultado el 23 de mayo de 2022.
- Wilbur et al., Kuper, pp. 1-2
- Wilbur et al., Kuper, pp. 11
- Wilbur et al., Kuper, pp. 12-13
- Chrisler et al., 2016, p. 1239
- Chrisler et al., 2016, pp. 1240-1241
- Chrisler et al., 2016, p. 1248
- Chloe Atkins (11 de enero de 2020). «For transgender men, pain of menstruation is more than just physical» (en inglés). NBC News. Consultado el 18 de mayo de 2022.
Bibliografía
- Chrisler, Joan; Gorman, Jennifer A.; Manion, Jen; Murgo, Michael (2016). «Queer periods: attitudes toward and experiences with menstruation in the masculine of centre and transgender community» (PDF). Culture Health & Sexuality (en inglés) (Taylor & Francis (Routledge)) 18 (11). doi:10.1080/13691058.2016.1182645. Consultado el 16 de mayo de 2022.
- Wilbur, Jane; Torondel, Belen; Hameed, Shaffa; Mahon, Thérèse; Kuper, Hannah (2019). Systematic review of menstrual hygiene management requirements, its barriers and strategies for disabled people (PDF) (en inglés) 2 (14). PLOS ONE. doi:10.1371/journal.pone.0210974. Consultado el 8 de mayo de 2022.