Club Atlético Paraná (San Nicolás)

Corrían los primeros días del año 1949, cuando en una conversación - sostenida entre el Teniente Coronel Enrique Domenech y el Suboficial Andrés Ghío -, sobre la actualidad deportiva de San Nicolás, surgió la idea de darle vida a un club, con una esencia militar.

La iniciativa se proyectó con varios intrépidos, pertenecientes a la agrupación de zapadores pontoneros, y un apasionado grupo de vecinos amantes al deporte. Dentro de ese marcado entusiasmo, el 22 de marzo, se reunieron en asamblea a la vera del batallón, para confeccionar los concluyentes detalles legales.

El Suboficial Principal Amador Bustos, fue elegido presidente, y bajo la mirada de decenas de testigos, se aprobó por mayoría de votos el nombre de “Paraná” (propuesto por el Sr. Pascual Puyella), obedeciendo a su cercanía, sobre el río de la ciudad.

Una vez finalizado el acto ceremonioso, donde fueron designados los roles de cada integrante de la comisión directiva, se prosiguió a reunir todos los requisitos y documentos necesarios, para participar de los torneos oficiales, organizados por la “Liga Deportiva Nicoleña”. Porque, oportunamente, contaban con un terreno de juego, en perfectas condiciones reglamentarias, para emprender los partidos de local.

A partir de allí, no solamente estarían aferrados enérgicamente a practicar fútbol. Establecieron distintas carreras pedestres y de ciclismo. Posteriormente, armaron un plantel  de básquetbol, para competir oficialmente en la liga local. Y finalmente, con el correr de los años, inauguraron un ring boxístico.

Puerta de entrada a la cancha (calle Alem y Necochea) - El sitio de reunión fue el cuartel militar

Primera Comisión:

Presidente: Amador Bustos

Vice: Carlos Granda

Secretario: Andrés Ghio

Tesorero: Juan Ramón Gene

Secretario: Nicanor Aquiles.

Vocales: Dante Felix Toselli.

Camilo Aseff.

Alberto Dall´Soto.

Sub Comisión

Constantino Cerella.

Aníbal Niro.

Juan Rodríguez.

Ernesto Mesa.

Luis Ruiz.

Estadio del Club Atlético Paraná: Manuel Lasanta

El sitio definido para que su “team”- vestido de celeste y blanco - diera riendas fijas a comenzar el campeonato de la liga, fue un terreno anexado al cuartel militar. Ocupado antiguamente, por la “Cárcel Departamental del Norte” -comúnmente llamada "vieja cárcel"-, Que fue demolida definitivamente en 1951, cuando en San Nicolás, inauguraron la Unidad Penal N.º 3.

Allí, concluyeron las obras reglamentarias, un enorme grupo de soldados, que grotescamente se exigieron, para emparejar el campo de juego, y construir con alambre de un metro, el perímetro que lo rodea.

El soñado estreno, se dio el domingo 5 de junio, a las 09:00 horas. Cuando Belgrano y Villa Hermosa dieron el punta pie inicial del torneo “Aniversario de Sportivo Nicoleño”. Los años pasaron, y aunque las instalaciones mantuvieron cierto grado de precariedad, la liga nicoleña, la captó como epicentro futbolístico y de diferentes atracciones en la ciudad. Fundamentalmente, cuando los combinados locales le hacían frente a Boca Junior, Racing Club, Huracán, River Plate y hasta al gigantesco Flamengo de Porto Alegre.

Estadio Club Parana de San Nicolás

No obstante, el semblante de los años 70, fue opacado con la llegada de la “democracia”. El fin de la junta militar, encontró a Paraná en la senda de la desaparición, por los repetitivos reclamos del ejército, sobre los suelos de la cancha. Recién en 1999, el presidente Carlos Alberto Imboden, consiguió tras varias idas y vueltas, el fallo judicial, que le restituyó la posesión de las instalaciones de Av. Rivadavia, Necochea y Além, al Club A. Paraná.

A principios de los sesenta, se construyó la primera tribuna del estadio, y estaba pegada al paredón. Contaba con cinco escalones; poseía un techo de chapa, y se situaba desde la mitad de la cancha, hasta el borde del área grande, que da espalda a la Av. Rivadavia. En los 90º, la demolieron para ampliar el terreno de juego.

En el año 1959, Paraná logró el campeonato de la liga nicoleña; y a modo de agasajo, un fiel socio de la institución, llamado Filiberto Martínez, decidió crear una marcha para los campeones.

Hinchas Club Parana San Nicolás

¡Paraná, arriba Paraná!

Es el grito jubiloso

Que repiten fragorosos,

Los adictos a Paraná.

¡Paraná! Naciste campeón

Y sos cuna de campeones

Conquistaste tus blasones

Con tu garra y corazón.

Son artistas del balón

Van haciendo maravillas

Y arabescos en las gramillas

Con su gran combinación

Marcando el norte

Gran campeón

Tus hombres son

Caballeros del deporte.

Durante el proceso de fundación, fueron varias las posibilidades que se barajaron en la mesa de los asambleístas, para que Atlético Paraná tuviera un distintivo. Un emblema diplomático, destinado a desarrollar firmemente un camino de honestidad, pasión y grandeza. En ese marco, se ubicó la singular silueta del primer escudo. Donde se patentó, la figura de una “Torre/Castillo”, como representación al arma de ingenieros, y caracterizando, a los patrióticos del ejército nacional.

A partir de allí, se avanzó en la cesión de construir una fisonomía, que cubra los principales rasgos del lugar, y alcance la conformidad de los precursores. Amador Bustos y Andrés Ghio, sellaron las hojas del acta fundacional, con un grabado, que ilustraba el escudo dibujado por Francisco de Torres en el siglo XVI, y el cual, fue adoptado por la provincia de Córdoba en 1925.

En estas condiciones, el español citaba un castillo con siete banderas, puestas en lo alto, y al pie, dos ríos caudales; teniendo como significado “la fortaleza de los conquistadores sobre sus tierras”.

De esta manera, el escudo gozaba del legado y los atavismos instaurados por batalladores del antepasado, que implantaron con convicción, el interés del arroyo como estandarte.

A ese bosquejo, se proyectó la idea de añadirle un recuadro, con el rótulo de “Atlético Paraná « San Nicolás”.

Adquirida definitivamente su identidad, los aguerridos del cuartel, emprendieron su marca registrada, como el dueño de un fútbol lujoso y efectivo; apareciendo siempre en los primeros puestos y garantizando buenos partidos. Sin embargo, ninguna equipación, aseguró exaltar e idolatrar la insignia del escudo, debido a que no se acostumbraba a utilizar, en esos períodos.

Eso se solventó en 1985, cuando unos creativos directivos, capitaneados por Pedro Dapello, esquematizaron el diseño similar al del “Club Atlético River Plate”, destituyendo el color rojo por el celeste y mostrando el acrónimo de “C.A.P”.

En 1992, el presidente Héctor Lagostena, dispuso valerse de la ideología primitiva y adiestrar la importancia de los orígenes; insertando nuevamente la “Torre” como fundamento de los primeros pasos.

Al retorno de la misma, se le incorporó en 1997 el lema “Ayer, hoy y siempre” por el presidente Ramón Colalucce y el secretario Ernesto Landaburu, obtenida de la frase que adornaba las paredes del patio de armas dentro del batallón.

Once años más tarde, la sub comisión de futbol, encabezada por Martín Galán, reflejó una figura ajena a lo contemplado. El cambio genuino, resaltó tras arduas acotaciones, la imagen ostensible del “Club Atlético Plantense”, extrayendo el color marrón por el celeste, y luciendo el nombre de “C.A. Paraná - San Nicolás, 22 de marzo de 1949”.

Eso se conservó hasta el año 2010, cuando la directiva presidida por Guillermo Notturno sustituyó el escrito precedente, por la inscripción breve de “C.A.P”, y mostrando una tonalidad más oscura del color celeste.

Clásico de Atlético Paraná de San Nicolás

Albicelestes y Fortineros fueron enormes protagonistas durante los destellos iniciáticos, y se encargaron de atestiguarlo tanto sus futbolistas en los terrenos de juego, como así también, sus fieles seguidores en las cercanías de los estadios.

La distancia no excedía el puñado de cuadras, y las fronteras se recorrían caminando;  mirando siempre de reojo, y más si era el día del partido. En ese escenario, se hicieron clásicos rivales, y no porque a alguien se le ocurrió. Se ganaron partido a partido la trascendencia de ser grandes adversarios, y prontamente, contagiaron a una ciudad que esperaba con pasión, ilusión y nerviosismo, la fiesta del domingo.

En abril de 1949, se estaba desarrollando el Torneo Preparación. Un campeonato destinado a medir la calidad de los planteles previo al certamen oficial. En semifinales, la escuadra del batallón venció por 3 a 2 a la “fortinera”, y avanzó de fase.

Esa “pica”, se trasladó al 21 de agosto, cuando los futbolistas, debieron sacarles virutas a los tapones, y demostrar cuál de los dos era el mejor team de la barriada. En esta oportunidad, ambos llegaron invictos a la 8º fecha de la primera rueda, y la relevancia del encuentro, desencadenó numerosos poemas escritos por Breck, y el análisis profundo de los periodistas en los diarios.

La cita, terminó reuniendo a 2.500 personas, y trajo aparejado el récord de recaudación con $1.325.50 m/n. Cantidad no registrada hasta ese momento en un partido de fútbol por el campeonato local.

Tras el “pitazo” final, los aficionados de color “Blanco y Negro”, se llevaron la máxima satisfacción, a merced, del triunfo por 3 a 0.

El 23 de octubre, el match entre los clubes, provocó el interés general del pueblo. Porque, de su resultado dependía el ganador del torneo. Los paranaenses estaban obligados a ganar, para achicar la diferencia de dos unidades que lo separaban de su rival, y se jugaban todas sus chances. Pero había algo más. Era el “tercer” partido del año, y el que definiría el prestigio del barrio.

En ese ínterin, se vio a una ciudad expectante del resultado. Un público ansioso por desbordar las instalaciones del Club Teatro Municipal - lugar que haría de local El Fortín-. Sin embargo, la celebración no fue ni de uno ni de otros, debido a que el cotejo no terminó. El árbitro sancionó dos penales en forma consecutiva para los “Fortineros”, y expulsó a un jugador de Paraná, cuando el resultado todavía estaba a favor de los albicelestes por 2 a 1. Una vez ejecutado el penal, llegó el 2 a 2. Esto desencadenó la euforia de los futbolistas y sus parciales, que invadieron el campo de juego, y se entre cruzaron a golpes de puño (Circunstancia inusual en esa época). Obligando al referí del partido, a suspender el encuentro por falta de garantías policial faltando 12 minutos.

Al final, los hechos ocurridos fueron trasladados al tribunal de penas de la liga. Donde determinaron, “dar por concluido el partido con el mismo tanteador”. Medida que, obviamente, terminó favoreciendo a los “blanquinegros”, dado que, mantuvieron la ventaja de puntos, y se coronaron campeones del torneo oficial.

'Temporada 1954'Un 7 de noviembre de 1954, Atlético Paraná, se consagró campeón del torneo oficial de la liga nicoleña de fútbol, por primera vez en su historia, y lo hizo, nada más y nada menos, que en su cancha de Além y Necochea, después de disputar un torneo muy parejo, y plenamente apasionante, hasta el final.  Aquel equipo ya consolidado, y con dos subcampeonatos en la espalda, tuvo su mayor premio a nivel local, por el brillante desenvolvimiento de Norberto Andino, Hugo Ezquerra y Ramón Álvarez. Y además, por las sobrantes actuaciones de Tomás Mozzillo, Carlos Amicis, Alberto Russo, Carlos Lencinas, Juan Yozzi, Alberto Tapia y Carlos Sivori. A lo largo de la primera rueda, jugó ocho encuentros. Empató, solamente, en la fecha inaugural, frente a Defensores por 2 a 2, con goles de Carlos Lencinas y Hugo Ezquerra, y después, se encargó de embolsar, siete victorias de manera consecutiva. En el clausura, plasmó su excelente performance, hasta el choque con su homónimo de Ramallo. Allí, el local empleó buenos recursos, y le quitó el invicto de diez partidos. Llegando al final, desentonó más de la cuenta, y reprobó los últimos tres compromisos. Primero, igualando frente a Provincia por 1 a 1. Después, sufriendo un categórico 4 a 2, ante la escuadra de Sp. Nicoleño. Y en la última jornada, contra su más inmediato perseguidor por 6 a 2. Sin embargo, no impidió que consiguiera dar vuelta olímpica, junto al grito descomunal de sus simpatizant

Temporada 1959: Abocado por completo a recuperar su “renombre” en la ciudad, Paraná afrontó un año exquisito de victorias y títulos. Mostrando, una inobjetable diferencia con el resto y, resultando ser un escollo difícil de dirimir. El puntapié inicial del éxito, se vio durante el certamen “Preparación”. Aquí, la escuadra paranaense exhibió con altura una rasante actuación, y la condecoró, magistralmente, levantando la copa.

Resultados del Torneo Preparación: 19/04 (8vos): C.A.P 1 (4) - (2) 1 San Martín  Gol: Barrangú. 26/04 (4tos): C.A.P 3 (5) - (3) 3 La Emilia Goles: Rodríguez (2) y Barrangú. 02/05 (Semi): C.A.P 3 - 2 Cabotaje  Goles: Rodríguez y Barrangú (2). 03/05 (Final): C.A.P 2 (2) - (1) 2 Argentino Goles: Rodríguez y Fernández.

La labor hasta esa parte del año, motivó al presidente Ángel Pedrazzi, a adherir en las filas de la dirección técnica, al mismísimo Aníbal Bruno. La ideología del entrenador, despertó el interés de los futbolistas, para continuar en la buena senda, e incorporar una mística ganadora en el plantel. De esta manera, el once albiceleste liquidó 12 de sus 16 pleitos, relegando puntos en tan sólo 4 partidos. En el repaso de las formaciones, alistó a Rodolfo Dieso en el arco. La línea de defensores la compusieron Oscar Pagano y Carlos “Lito” Sivori. El medio, estaba constituido por el Horacio Luján, Omar Sosa, José Borda y Juan Burgos; y arriba, figuraron Roberto Fernández, Armando Gil, Domingo Acevedo y Julio Rodríguez.

Temporada 1960:

Con perseverancia, y la tranquilidad que trajo el título, Paraná siguió adelante en su proyecto. La normativa clave, en esta ocasión, fue abrirle las puertas de la dirección técnica a Ambrosio Gutiérrez; cuyas cualidades estuvieron bien reflejadas al final de la temporada, con las apreciadas conquistas de los torneos en primera y segunda división. José Faccio, presidente de la liga deportiva; estableció, por primera vez, brindarle un nombre al torneo; al que denominó “150º aniversario de la revolución de mayo”. En esta oportunidad, incluyeron al Club Riveras de Villa Constitución; e ignoraron sus participaciones Siderurgia y El Fortín.En ese marco, Paraná trajo jugadores con grandes ambiciones de apoderarse nuevamente con el máximo galardón. Hermes Garrini, José Montaldo, Héctor Uset, José Lagostena, y Carlos Garavaglia, se ocuparon de eliminar las suspicacias de propios y extraños, y obligaron a los rivales, a gastar todos sus cartuchos para vencerlos. El grito eufórico de campeón y las celebraciones, se llevaron a cabo, en la última jornada, cuando a base de nerviosismo y suspenso, el equipo alcanzó a empatar ante su más inmediato perseguidor. Esa séptima fecha, había despertado gran impaciencia y expectativas en la afición nicoleña, porque Paraná estaba solamente a un punto de ventaja sobre la escuadra de la estación, y el match prometía ser peligroso para los cardíacos. La asistencia del numeroso público, ofreció un nuevo record en recaudación ($17.512), e hizo vibrar el field de Bv. Álvarez y Lavalle. Como broche final, un ejemplo de ética y caballerosidad mostraron los presidentes de ambas divisas; dándose las mutuas felicitaciones (Pedrazzi de Paraná y el Sr. Castelli de Argentino).

Temporada 1961:

Desplegando seguridad y buenos desempeños, la entidad del batallón, comenzó a entablarse como una fuente preponderante de talentos para el combinado local. La alta producción futbolística, que cumplían Armando Gil, Raúl Tallarico, Héctor Lagostena y “Chiquito” Palacios; habituaban a permanentes elogios de grandes referentes de la liga.  Estos agiles, que les causaban más de un dolor de cabeza a las defensas rivales, estuvieron en los ojos clínicos del presidente de la liga Juan Carlos Beleme; y fueron los extraordinarios ilustres del título que cosechó el seleccionado, en el “Torneo Río Paraná - Hermanos Brown”. En lo que refiere al torneo doméstico, diremos en primer lugar, que tuvo una anormal finalización. Producto de esa brillante labor del seleccionado. Pues, habiéndose comenzado con retraso la disputa de dichos certámenes, se agregaron la larga serie de cotejos amistosos y los del campeonato Hermanos Brown; por lo que se llegó, al mes de noviembre, con una rueda integra por jugarse.

Esto motivó, a que en un acuerdo unánime de los clubes, se decidiera dar por terminados los campeonatos de primera y segunda división; quedando las posiciones como se hallaban, es decir, que en primera ganó Atlético Paraná, y en segundas, el campeón fue Sportivo Nicoleño. Al mismo tiempo, y tras verter sus opiniones los distintos representantes, se acordó no otorgarle la “Copa Challenger” a Paraná. (Trofeo obsequiado por la liga, al club que ganase tres años consecutivos el certamen oficial).

Como se esperaba, esa iniciativa, no fue de gusto para los directivos paranaenses. Sin embargo, el Sr. Juan Gené (Tesorero de Paraná), informó que el club que representa, cedía en espíritu de colaboración a los pedidos adquiridos. Redondeada la lista de desorganizaciones, el “campeón” de la temporada, se afianzó en el primer lugar sin inconvenientes, y nuevamente, contó con un plantel de excelente estado físico, y de alto nivel técnico. Perfilándose, de inmediato, con el prontuario de arrollador. Batiendo con cifras exageradas a los debutantes Boca Juniors y Sportivo Nicoleño; y además, brindando incursiones de buen fútbol en los encuentros con Argentino Oeste, Teatro Municipal, Cabotaje y Doce. Salvo, los dos puntos perdidos en casa, frente a los “pañeros”; los dirigidos por Ambrosio Gutiérrez, evidenciaron una silueta firme y enérgica, accionando con una enorme profesionalidad.

Temporada 1969:

La experiencia del año anterior, sorprendentemente, trajo su desquite. Con el claro objetivo de volver a lograr el título, fue que llegaron Juan Gómez y Jorge Neyret como arqueros. Jorge Cándido, Aníbal Beccarini, y José Ferrieri como defensores. Raúl Fernández y Jorge Escudero en el mediocampo. Y en la ofensiva, Virgilio Ferreyra. La actuación de Paraná, en la primera parte del campeonato, fue positiva en los números, aunque no tanto, en el nivel futbolístico. Desde el vamos, tuvo una justa división de honores, frente a Argentino Oeste, en el debut. Virgilio Ferreyra -ex doce- debutó con un gol, que sirvió para sumar, y entrenar tranquilos, de cara al durísimo encuentro, con Teatro Municipal.

Con grandes expectativas afrontó su segundo compromiso. La imperiosa necesidad, de arrancar ganando en casa, propinó rápidamente, el convencimiento de los jugadores. Y fue así, que la única falla de la defensa rival, le brindó el triunfo. Los éxitos, se extendieron hasta la quinta fecha, cuando el poderoso La Emilia, resaltó su jerarquía, y se llevó, los dos puntos.

En el inicio de los desquites, volvió a igualar frente a la escuadra de la estación, y por consiguiente, trajo que Teatro Municipal, Argentino Oeste y Paraná, lideren el torneo con 8 unidades.

El momento bisagra, llegó en la 2º fecha, ante el último campeón. Allí, y ante un gran marco de público, ambos brindaron el mejor match del año. Pero Paraná, contó con Oscar “Cucho” Colella, como gran protagonista, y su gol, le dio la increíble victoria al pueblo albiceleste.

La espera se extendió, hasta la última jornada, por la derrota ante “Doce”. Pero necesitaba ser así, para darle un final de película a la consagración del campeonato.

Temporada 1970:

El brillante desempeño de Juan Macaluce, marcó el comienzo de una década llena de alegrías. Sin embargo, los grandes intérpretes de esta temporada, fueron el presidente Antonio F. Molinaro, y sus asesores, José Dapello, Manuel Lasanta, el sub. oficial Medina, el Sr. Dinoménica, el preparador físico Germán Carrasco Jordá, el utilero Fernández, el soldado Mazzolini, el “negro” Linares y Luís Macaluce; por su incesante labor dentro, y fuera, del terreno de juego. La exitosa campaña tuvo triunfos contundentes, y la inmejorable performance, proporcionó cerrar el año invicto. Paraná, se formó con la base del conjunto campeón en 1969, y se reforzó con el arquero Arias de Arrecifes, el defensor Oscar Nicoletti de 12 de Octubre, el volante Paz de Provincial de Pergamino, y los delanteros Alfredo Santilli de Teatro Municipal, Raúl Rolandelli de la liga Sur, y Juan Ternovich de la 3º de Huracán de Parque Patricios.En esta oportunidad, el torneo no presentó sorpresas. El conjunto albiceleste, ganó ocho de sus diez compromisos, y sólo empató en dos ocasiones; de visitante ante La Emilia, y en la misma condición, frente 12 de Octubre (su inmediato perseguidor).

Durante el trayecto de la primera ronda, el team de Além y Necochea, tuvo como figura clave a Raúl “Chiquitin” Rolandelli. La inminencia del delantero, simbolizó el terror para todas las defensas rivales, y fundamentalmente, para los guardavallas, que padecieron innumerables goles. Otras siluetas distintivas, fueron “Coco” Beccarini y “Cacalo” Rissone. El primero, blindando el campo defensivo, y el segundo, alborotando y sorprendiendo consistentemente, a los marcadores con sus brincos. Eso posibilitó que, en la jornada más preponderante ante Doce, se vistan como verdaderos gladiadores, y triunfen por 3 a 1. Desalojándolos rotundamente, de la lucha por el título, para coronarse por séptima vez en su historia, como la mejor escuadra de la ciudad.

Temporada 1972:

El panorama futbolístico, se centralizó exclusivamente, en el despliegue del torneo oficial, y en las detonantes intervenciones del combinado nicoleño. Sobresaliendo, aquel recordado cotejo del 17 de agosto, frente al primer equipo de Huracán, en la cancha de Além y Necochea. Posiblemente, el amor propio, y la exorbitante voluntad de reaparecer en las primeras planas de los diarios, fue la gigantesca esencia, que vislumbró el elenco “Celeste”. Sin embargo, la referencia de Elpidio Macaluce, resultó suprema, para ampliar desmesuradamente, la audacia y mística de los futbolistas. Para llevarlo a cabo, contó con las llegadas de Sergio Prosichiani, José Galán, Roberto Pedrazzini, Carlos Ramírez, Camilo Más, Enno Pizzali, Eduardo Ramírez y Miguel Gómez.

La temprana labor en febrero, posibilitó encontrar, precipitadamente, la metodología, para sintonizar su doctrina. Durante el recorrido del torneo apertura, el equipo logró transmitir un saldo favorable de organización. Prometiendo emociones, por sus siete conquistas y cuatro paridades. Teniendo el honor de recibir, solamente, cuatro goles en once encuentros.En la reanudación, y ante la holgada diferencia de puntos, apostó con jugadores de reservas. Con la intención de mostrar la vidriera del futuro. Exento a eso, aún mantuvo una incuestionable superioridad en lo que restó del certamen, y consiguió neutralizar fácilmente a los rivales. Entregando sin precedentes, el peso histórico, en cada jornada.

Temporada 1973:

El deseo de incorporar asociados desentendidos de las filas activas del ejército, acentuó un rumbo discordante, en la actividad deportiva del club. La superación en la práctica del fútbol, fue acrecentándose, del mismo modo, que el basquetbol, el ciclismo, el atletismo y el boxeo. En ese contexto, Manuel Lasanta y el jefe del Batallón - Ignacio Carro-, peculiarmente, se encargaron de orientar a un club multidisciplinario, junto a Enrique Celestino, Rubén Belletieri, Héctor Moriconi, Víctor Nuez José Dapello, Jesús Amarello, Edelmiro Silva y Pedro Dapello.

El intenso convencimiento, y el inquietante despliegue, superaron todas las expectativas. Sobre todo, en la parte futbolística. Porque alcanzaron exitosamente el laborioso campeonato, de la mano de memorables incorporaciones. Entre ellas, José Fernández (Argentino Oeste), Luís Galán (Racing Club) y Juan Del Pino (Huracán).

En la etapa clasificatoria, Atlético Paraná finalizó primero en la zona “A”, con la misma cantidad de puntos que Paraná de Ramallo; mientras que en la zona “B”, sobresalieron Teatro Municipal y 12 de Octubre. A partir de ahí, se desarrollaron partidos de ida y vuelta. Con la premisa de encontrar un lugar en la final. Lugar que ocuparon ambos Paraná, por ganar meritoriamente sus trances. Allí, los ramallenses lucieron un plantel magistral; pero los nicoleños supieron aventajarlos por el solo hecho de mediar con compromisos de gran relevancia el último tiempo.     

Temporada 1976:

Alma de “Ganador”, encontró el plantel, en aquella temporada del 76”. Su mítica futbolera, no solamente generaba el interés del numeroso público nicoleño, sino también, alzaba el ánimo volátil, de espectadores y concurrentes de la zona.En esta edición, el certamen tuvo agrupados por un lado, a Belgrano, Teatro Municipal, U.O.M, 12 de Octubre, Conesa, Social y Empalme. Mientras que en la Zona “B”, figuraron Defensores, Paraná, La Emilia, Riveras de Villa, Sp. Constitución, Boulevard, Regatas y Protto Hmnos.

Terminadas las dos ruedas; Belgrano, Teatro y U.O.M (Zona A), Paraná, Defensores y La Emilia (Zona B), clasificaron a la segunda fase, por ser los tres mejores, de sus respectivos grupos. En la fase final, “paranaenses” y “granates” culminaron igualados en la cima con 8 unidades. Por lo que el reglamento, obligó a desempatar con dos encuentros definitorios. Allí, Paraná, lejos estuvo de sus mejores tardes. Mostró muy poco para el agrado del innumerable grupo de aficionados. Sin embargo, la cuota de suerte en los penales lo favoreció, para gritar por segunda vez en el año “Campeón”.

Torneo de Campeones 1976:

Si algo quedaba en el tintero, para redondear el descollante momento futbolístico, era conseguir una competencia provincial. De esta manera, el “Torneo de Campeones”, causó gran seducción en los jefes del batallón. Especialmente, al Ten. Manuel Saint Amaint, al 2º Ten. Mayor José Pérez Burkhard y al Ten. Mayor Antonio Bossié; que de inmediato, se involucraron con el proyecto, para que Atlético Paraná, trajera jugadores de la talla de Raúl Marcovich (Argentino de Rosario) Hugo Moreyra (Teatro Municipal), Francisco Chávez (U.O.M) y Daniel Ortega (12 de Octubre). Ante ese afán, el campeonato dio riendas firmes a mediados del mes de marzo; e involucró a 11 clubes campeones y subcampeones de las diferentes ligas de la zona Norte y Oeste de la región. Destacándose, Obras Sanitarias de Arrecifes, Defensores de Salto, Unidos de San Antonio de Areco y  Rivadavia de Baradero. Por su parte, los nicoleños ocuparon la zona “A”, sabiendo a priori, que al ganarla, obtendrían el boleto a semifinales, y jugarían con el ganador de la zona “C”. Mientras que el ganador de la zona “B”, contaba con el privilegio de pasar directamente a la final.

En el debut, los dirigidos por Lasanta, expusieron cualidades sobrantes frente a Obras Sanitarias de Arrecifes, y ganaron por 8 a 1 en el global. La siguiente clasificación, pudo haberse estropeado, porque no marcó diferencias en Além y Necochea, e igualó 0 a 0 ante Juventud. Pero el match en Pergamino, transcurrió de otra manera. Las buenas labores del “rosarino” Rubén Aquino y Francisco “Kiko” Chávez, le dieron el triunfo y la credencial a semifinales. La consecuente roca que superó, fue el “Campeón” de San Antonio de Areco. Repitiendo un contundente 3 a 0 en ambos encuentros. Eso lo depositó en la gran final, frente al “Cuco” de Salto. Pero que poco temor le causó a Paraná. Porque de forma austera, los albicelestes ganaron, y concretaron el objetivo. Estirando así, su invicto a 22 partidos.

Temporada de Ascenso 1993:

Con la “pica” en el ojo, por haber quedado en las puertas de la hazaña, el año anterior. El nuevo presidente de la entidad, Nilson Suarez, se abocó de lleno, en la búsqueda de refuerzos, para cumplir con el deseo y anhelo de todo el pueblo paranaense: Volver a “Primera”, desde aquel mes de junio de 1990. De esta manera, concentró la atención desde atrás hacia delante, y trajo a varios aguerridos para armar una sólida defensa. Entre ellos, a Juan Carlos Montejano, César Lacoume, Marcelo Caffiero y Martín Fregoso. En la zona de volantes, Héctor Guardia y Rómulo Chávez migraron de la institución, y obligaron a Mastroianni a robustecer el mediocampo, con los destacados nombres de Jorge Streito, Héctor Buchammer, Rolando López y Ricardo Chávez.

Adelante, el plantel contaba con Daniel Chávez y Cristian Osorio, como cartas de gol. Pero faltaba un hombre versátil, pícaro y con el temple necesario, para incomodar a cualquier defensa. Cualidades naturales, que bien se hicieron apreciar, en el atacante Miguel Ballejos

Así, salió desde el arranque Paraná. Con un equipo totalmente renovado y competitivo. Capaz de sortear todo tipo de obstáculos. Logrando apoderarse de las aspiraciones ajenas, y valiéndose fundamentalmente, de la humildad y la sencillez. Todo esto, terminó volcándolo en la tarde calurosa del 7 de diciembre. Para empatar en cancha de Defensores, ante Social Paraná, y desatar el desahogo de 4 años de espera.

Temporada 1997:

En el caluroso mes de enero, el presidente Ramón Colaluce, y sus ayudantes - Ernesto Landaburu, Fortunato Moscarda, Haroldo Motta – dieron a conocer ante la prensa, el panorama irritador que atravesaba la institución, y las medidas diagramadas para el futuro. Entre ellas, la “posesión treintañal del predio” de Av. Rivadavia y Necochea.

En ese transcurso, el entrenador armó la pretemporada junto a Carlos Bazán, Alberto Marín y Amancio Fernández, con vistas al torneo “Miguel Ángel Villalba”. Y contó con la llegada de jugadores extraordinarios, como Christian “Piojo” Davini, Santiago “Chango” Amaya, Víctor Rueda, Ariel Maggi, Javier Espíndola, y el ilustre goleador, Leonardo Polverigiani. De movida, el elenco albiceleste, tuvo que digerir un mal comienzo, con tres derrotas consecutivas -una de ellas por goleada ante Defensores-. Pero poco a poco, el funcionamiento colectivo fue mejorando, y adoptando una esencia invencible. A tal punto, de constituirse en un serio candidato, junto a 12 de Octubre, Conesa y Defensores.

Superada la segunda fase, Paraná, tuvo que toparse con El Fortín; y 12 de Octubre, hacer lo propio ante Belgrano. De esos partidos, Docistas y Paranaenses salieron finalistas, y debieron medirse en primera instancia en cancha de Del Acuerdo (igualando 0 a 0). Una semana más tarde, los dirigidos por Mastroianni, consiguieron vulnerar a su rival por 4 a 2, y así, embolsaron el 11º campeonato.

Torneo de Campeones 1971:

Un año totalmente inédito, emprendió la entidad del Batallón. La “Federación Norte de la provincia de Buenos Aires”, diagramó un importante certamen, que reunió a “todos los campeones 1970” de las localidades de Baradero, Rojas, Junín, Zárate, Campana, Salto, San Nicolás, Colón, Escobar, Mercedes, Arrecifes, Luján y Chacabuco; con el propósito de ocupar un lugar, en el torneo Nacional de AFA.

La lista de buena fe la integraron: José Tilli, Hugo Bustamante, Carlos Flores, Emilio Giannini, Juan Salvatierra, Ángel Macaluce, Valentín Zurita, Oscar Nicoletti, Héctor Fresart, Juan Ternovich, Juan Carlos Rissone, Alfredo Santiili, Raúl Rolandelli y Omar Algacibiur. De este modo, la responsabilidad de simbolizar al fútbol nicoleño, recayó en manos del conjunto albiceleste. Que incursionó su marcha, la noche del martes 2 de febrero, frente a Sportivo Barracas de Colón, y con el arbitraje del pergaminense Ernesto Contti.

En su cancha, Paraná realizó un trabajo notable, y ganó por 7 a 2; con 3 tantos de Fresart, dos de Giannini, uno de Santilli, y el restante, de Rolandelli. La victoria no admitió reparos en lo futbolístico. Pero si en el consejo federal, que intervino con una situación bastante confusa. Por un lado, el organismo de la “Federación”, denunció la mala inclusión de Emilio Giannini y Héctor Fresart; anticipando que ambos se hallaban registrados en la liga de Pergamino. Por el otro, Sp. Barracas no protestó nunca el partido, y la resolución se adoptó una semana después de haber disputado el match de vuelta. Esto quiere decir, que a priori. Atlético Paraná - a pesar de perder 4 a 2 en Colón- estaba clasificado por mejor promedio de goles; pero 7 días más tarde, se enteró que el tribunal de penas, le portó un 2 a 0 en contra, por las nefastas incorporaciones en el “primer partido”.

“Paraná, ha sido sorprendido en su buena fe” mencionó el presidente Antonio Molinaro. A través de la investigación realizada, comprobamos que Giannini, tenía el pase libre de Tráfico, y el mismo, fue adjuntado a su solicitud de transferencia. No así Fresart. Pero certificamos, que allá por el 25 de enero, nuestros directivos viajaron a la ciudad de Pergamino para entrevistarse con dirigentes de Tráfico y Douglas Haig. Ambos, nos manifestaron y dieron a entender, que no había problema con los pases. Pues los dos jugadores tenían libertad de acción”.

Todas esas acotaciones, finalmente, resultaron en vano, porque la apelación fue determinante, y encontró a los “Colonenses”, como los únicos beneficiados de esta situación. Mientras que, Atlético Paraná, fue descalificado íntegramente del campeonato.

No obstante, la liga nicoleña, propuso modificar ese sistema, y señaló, presentar un proyecto en conjunto, para evitar futuros errores, en las próximas ediciones.

Torneo Regional 1973:

La adquisición del título local en 1972, propicio un nuevo anhelo para la escuadra del batallón; el “Torneo Regional” de 1973. Que contó con la intervención de instituciones de todo el país, para esperanzar el sueño del ascenso - al Torneo Nacional - a los miles de hinchas del interior. De esta forma, Paraná focalizó tu tarea en incorporar a Ricardo Flores, Héctor Fresart y Rodolfo Godoy, para engrosar la solidez del equipo. Porque confiaba en la seguridad brindada por José Tilli en el arco, y en el discreto desempeño de Hugo Bustamante y José Galán en la marca. También en la garra y el temple de Oscar Nicoletti y Roberto Figueredo, ya que potenciaban correctamente el medio campo. Y al mismo tiempo, creyeron en el dúo peligrosísimo de Rubén Estébanez y José Lacoume.

La primera barrera, superada con gran predominio, fue Boca Jrs. de Azul. Concretando una ajustada victoria de local por 2 a 1, y una contundente goleada en la vuelta, por 3 a 0.

El domingo 22 de abril, el plantel hizo su presentación en el estadio General San Martín. El partido de mayor sagacidad en la Región, iba a estar manchado por la pésima actuación del árbitro Jorge Baños.

Las injusticias durante los 90 minutos de juego, marcaron la inevitable desazón de los nicoleños que se vieron ampliamente perjudicados, por las expulsiones de “cuatro hombres”, un penal mal cobrado, y un gol en posición adelantada. Quedando aislados de jugadores para la vuelta. Igualmente, las ilusiones todavía no se habían diluido. La existencia de “la rueda de perdedores” le dio cierto resurgimiento a los de Elpidio Macaluce. Que sin sobresaltos, superaron la instancia de Rivadavia de Necochea. Pero en la final, nuevamente, el ascenso se le negó, a manos del poderoso Rosario Puerto Belgrano de Punta Alta.

Torneo Regional 1974:

La espina del regional 73”, generó un volcán de ardor en los corazones de los futbolistas, directivos y simpatizantes nicoleños. Fue por esta razón, que la institución albiceleste, trabajó consistentemente durante todo el tórrido verano, y proyectó con optimismo, el mágico ascenso.

La férrea parada, agrupó a 10 clubes de la provincia de Buenos Aires, y contó, nuevamente, con la eliminación de partidos de ida y vuelta; y así mismo,  con la ronda de ganadores y perdedores. Por su parte, el “gallego”, optó por mantener a varios de sus referentes, y no cambiar demasiado el esquema. Solamente, inscribió al rosarino Antonio Aquino, José Lacoume de Boulevard de Gral. Rojo, Pedro Bonavita y Roberto Giménez provenientes de Pergamino, Elio Tiraboschi de La Emilia, Carlos Ramírez de Teatro, y a Ignacio “Nachi” Nervo.

En el preponderante grupo de ganadores, combatió resistentemente, ante Palermo de Necochea y Comercial de Bahía Blanca. Luego, enfrentó a Huracán de Tres Arroyos, Boca Junior de Azul, y al temible Jorge Newbery de Junín, en las gigantescas finales, desarrolladas el 2 y 16 de junio (El ganador de la serie ascendía al Nacional).Pero el destino, evitó la hazaña. Los futbolistas paranaenses, carecieron de su esplendorosa mística, en el partido más transcendental de un club nicoleño, y fueron arrollados violentamente por los “Aviadores” en ambos cotejos. Primero en Junín por 4 a 1, y catorce días más tardes, por 2 a 1, en nuestra ciudad.

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